1 kg de mejillones frescos
1 cebolla
1 pimiento verde italiano
1 ajo
1/2 litro de salsa bechamel
1 vaso de vino blanco
2 huevos batidos
Pan rallado
Harina
Aceite de oliva
Sal
Limpia muy bien los mejillones, limpiando también toda la cáscara, raspándola con un cuchillo.
En una cazuela con agua hirviendo, añade los mejillones ya limpios en varias tandas, poco a poco, y déjalos hasta que se abran. Tened cuidado porque los que no se abran pueden estar en mal estado.
Retira la carne del mejillón y córtala en trozos. Guarda las cáscaras para rellenarlas después.
Lo siguiente es hacer la salsa bechamel. Pero usaremos en ella, el caldo de cocción de los mejillones. Para ello, tendrás que sustituir 1/4 de leche por 250 ml del agua de la cocción de los mejillones.
Pica la cebolla, el pimiento y el ajo muy fino y rehoga en una sartén con un chorrito de aceite de oliva. Cuando comiencen a coger color añade el vino blanco y deja reducir. Incorpora la bechamel y mezcla todo muy bien. Añade una pizca de sal.
Rellena las conchas de los mejillones con la mezcla y deja enfriar.
Pasa cada uno por harina, después por huevo batido y por último, por el pan rallado.
Fríe en abundante aceite caliente hasta que estén bien doraditos.
Cuando estén dorados, ve colocándolos sobre papel absorbente para retirar el exceso de aceite.