Nos sirven para desayunar o merendar además los churros caseros quedan menos grasientos que los comprados y por supuesto algo más sanos al no usarse el aceite de freír hasta la saciedad. Los puedes rellenar de chocolate y cajeta o simplemente comerlos como están, son de verdad deliciosos. ¡No dejes de hacerlos!
Ingredientes
- Una taza de agua.
- Una taza de harina.
- Una pizca o 60 gramos de sal.
- Una nuez de mantequilla.
- un aceite de oliva o de girasol.
- 200 gramos de azúcar.
Preparación
Primero tamizamos la harina y la añadimos a un bol, si lo hacemos con un colador no nos quedaran grumos. En una olla o cazuela, ponemos a calentar el agua junto con la mantequilla (si no queremos usar mantequilla podemos también sustituir directamente por aceite de oliva) y una pizca de sal.
Una vez el agua comience a hervir, es el momento de añadir la harina sin dejar de remover con una cuchara de madera, para que no se formen grumos. La masa debe al final, poderse desprender del recipiente. Si quedara demasiado dura, se le puede poner otro poquito más de agua sin pasarse.
Ahora debemos dejar se que enfríe la masa o se temple, reposando. A continuación la amasamos bien con las manos durante unos minutos para que quede bien ligada antes de meterla en la churrera.
Ponemos el aceite en la sartén a calentar y metemos la masa en la churrera. Si no disponemos de ella podemos utilizar una manga pastelera con boquilla estriada. Para formar los churros, hay que presionar la manga o la churrera sobre la sartén con el aceite bien caliente.
Se puede hacer tipo las porras (se echa toda la masa seguida formando una espiral y cuando ya estén cocinados se retira y se cortan, o ir cortándolos directamente, cosa más complicada con solo dos manos, a no ser que se vaya haciendo en una mesa a parte y luego se pongan en la sartén uno a uno.
Esta opción también es recomendable si tenéis miedo a ir echándolo directamente al aceite por si salpica o por si os quemáis, ya que hay gente que le tiene pánico a esta acción.
Cuando estén en la sartén, no hay que dejarlos mucho tiempo, a veces los primeros quedan un poco peor pero es cuestión de ir pillando el truquito. Siempre es mejor dejarlos de menos para que estén crujientes por fuera y tiernos por dentro, ya que si están tiempo de más, se quedaran demasiado duros.
No deben estar demasiado tostados, el color del churro es clarito. Cuando estén ya cocinados los ponemos en un plato con papel absorbente debajo para que recoja un poco el aceite y no estén tan grasientos, y también los espolvoreamos con azúcar los deliciosos churros para que estén bien dulces y crujientes.
¡Y buen provecho!