Hoy te presento un delicioso Risotto de ajo negro, un ingrediente cada vez más de moda en la cocina. Hace ya unos años que lanzaron esta variedad de ajo al mercado y ha convencido por su sabor y propiedades. Si aún estbas preguntándote qué cocinar con ajo negro, sigue leyendo mi receta.
Ingredientes.
– 250 g de arroz arborio o especial para risotto
– 1 cabeza de ajo negro
– 1 l de caldo de verduras
– 2 dientes de ajo medianos
– 2 chalotas
– Queso de oveja para rallar
– 40 g de mantequilla
– 100 ml de vino blanco
– Aceite de oliva virgen extra
– Pimienta negra recién molida
– Sal
Elaboración del Risotto de ajo negro.
Para cocinar este receta de risotto de ajo negro seguiremos unos pasos muy parecidos a otros arroces. Disponemos los ingredientes y nos ponemos en marcha.
En primer lugar, vamos a preparar el caldo de verduras. Si podemos lo hacemos casero, y si no tenéis tiempo podéis usar uno ya comprado, que los hay muy buenos. En una olla lo suficientemente grande, ponemos el caldo al fuego a calentar.
Después preparamos el resto de ingredientes del plato. Pelamos y picamos fino el ajo, eliminando la parte central. Pelamos y picamos las chalotas y reservamos. Cortamos también el ajo negro por la mitad y lo pelamos. A continuación, lo ponemos en un mortero y lo machacamos hasta que consigamos un pasta homogénea. Lo reservamos.
Una vez preparados para usar los ingredientes del risotto de ajo negro, ponemos una sartén con aceite de oliva al fuego. Cuando esté caliente, incoporamos el ajo picado y al poco la chalota. Cocinaremos a fuego medio hasta que empiece a dorarse. Después, añadiremos la pasta de ajo negro y removemos bien. Seguimos cocinando a la misma intensidad unos pocos minutos para que se integre bien. A continuación, incorporamos el arroz y removemos durante un minuto. Salpimentamos ligeramente y añadimos la mitad de la mantequilla, sin dejar de remover.
Luego, incorporamos el vino blanco, subimos un punto el fuego y dejamos reducir. Una vez reducido el vino blanco, comenzamos a añadir caldo de verduras. Lo haremos progresivamente; en una primera tanda ponemos tres cazos, por ejemplo. Cocinaremos a fuego medio-alto hasta que el arroz quede cocinado y cremoso. Para ello, tendremos que remover constantemente, es la clave de un buen risotto. Cuando el caldo se vaya consumiendo, añadiremos más. Eso sí, recomiendo que las siguientes tandas pongas menos cazos para que no se nos pase el arroz.
Mientras se va cocinando el risotto de ajo negro, podemos aprovechar para rallar el queso que añadiremos al final. En esta ocasión, hemos usado queso vasco curado de oveja; así que tiene un punto más español la receta. Cuando el arroz le falte poco para estar al punto, añadimos el resto de mantequilla. Removemos para mezclar hasta que se derrita toda y dejamos que se termine de cocinar. Lo probamos, y si está muy soso, añadimos algo de sal. Al final, cuando ya no quede apenas caldo y el arroz esté casi al punto, incorporamos el queso rallado y removemos bien por última vez. Esto le dará ese extra de cremosidad que queremos. La cantidad de queso la dejo un poco a tu gusto, en función de cuánto sabor y cremosidad quieras añadir.
Para terminar el risotto de ajo negro, dejamos reposar un par de minutos y preparamos la mesa. Servimos y nos disponemos a disfrutar de este magnífico plato. Estoy seguro de que el sabor te va a sorprender para bien, sobre todo si aún no has probado ninguna receta con este ingrediente.
Si te apetece, podéis acompañar el risotto con un vino tinto joven o un blanco con carácter; nosotros hemos escogido para esta ocasión Valcanto Monastrell de Bodegas Piqueras. Con esto terminamos la receta de hoy, espero que te guste y disfrutes de este risotto de ajo negro. ¡Hasta pronto!
OJO: No te pases añadiendo sal antes de incorporar toda la mantequilla y el queso. Estos ingredientes suelen ser salados a no ser que los compres sin sal. Prueba la receta siempre varias veces mientras cocinas.
NOTA: La diferencia entre un risotto y un arroz meloso es que el primero contiene algún ingrediente lácteo. Mientras que el segundo adquiere la cremosidad solo mediante la técnica de cocinado.
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