He tardado en sentarme frente al blog, sinceramente, ni a mi cabeza ni a mi cuerpo les apetecía ponerse delante. Por circunstancias que me han pasado, llevaba varios meses con algo de tensión y ansiedad dentro de mi, y este confinamiento no me ha ayudado.......
Pero ya está....he sacado todas mis fuerzas y he decidido seguir con lo que me gusta, y con lo que he sentido en las redes que la gente necesita, que es ocupar nuestro tiempo para no caer en el desánimo o la angustia. Así que, dentro de mis posibilidades, os voy a distraer con recetas de cocina, ricas, sencillas y si puede ser....divertidas.
Y creo que con la historia de estas rosquilletas, os vais a divertir un rato!!
Hoy os traigo una receta valenciana de categoría, con una historia entrañable de Castellón, la receta de las rosquilletas y la historia de una mujer que hizo que las rosquilletas de Castellón fueran famosas entre los niños, jóvenes y mayores de la ciudad y provincia, a mediados del siglo pasado.
Las rosquilletas son típicas en toda la Comunidad Valenciana, son unos palitos de pan crujientes, tradicionales aquí, desde principios del siglo pasado y muy desconocidas por aquel entonces, fuera de nuestra comunidad.
Aunque hace tiempo que ya las venden en todos los supermercados, en nuestros pueblos no hay panadería que no las haga.
Cuando yo era niña o incluso joven, para el almuerzo en el colegio, la merienda al salir de clase, cuando nos íbamos de excursión o antes de entrar al cine, no nos faltaban las rosquilletas, prácticamente todos los niños de Castellón las tomábamos, era una de nuestras meriendas de entonces......sólas, o acompañadas de una barrita de chocolate Lingotín.
Pero más que sobre las rosquilletas en sí, que supongo ya conocéis todos, quiero contaros la historia de Margarita.
Margarita era hija de la familia Castillo, una familia de panaderos que a principios de los años cincuenta, además de pan, empezó a vender algo nuevo para la gente de Castellón......las rosquilletas!!
Aunque las rosquilletas eran buenísimas, la que hizo que todo el mundo las conociera y le pusiéramos nombre a las rosquilletas, fue Margarita, siempre decíamos...vamos a comprar las rosquilletas de la Mustia (así era como la conocíamos los niños y jóvenes de aquella época).....varias generaciones las hemos comido!!
Margarita era soltera y era la que dispensaba las rosquilletas en la panadería; ya os podéis imaginar porque la llamaban "la mustia", como se decía entonces....era "fadrina y de poca espenta".
Imaginaros a una mujer de los años 60 sentada detrás del mostrador de la panadería, con el pelo cardado, los labios y las uñas siempre de un color rojo intenso y con la cara seria, siempre mustia, y que pocas veces sonreía.
Delante de ella y sobre el mostrador una caja grande y plana llena de rosquilletas; una cola de gente que llegaba hasta la calle, y cuando te tocaba y le pedías, las apartaba hacia un lado y se ponía a contar lentamente, no le preocupaba que en la puerta se formaran largas colas para comprar, ella contaba y contaba, y si se perdía volvía a empezar a contar.
Las rosquilletas siempre las vendía impares, ya le podías decir que querías 4 o 6, que ella te decía que no, que 3 o 5, siempre impar. Luego las envolvía con un papel gris haciendo un cucurucho, te cogía el dinero, lo contaba, lo guardaba en una caja que tenía debajo del mostrador y vuelta a empezar con otro.
Si le entraba sed a medio contar, sacaba una botella de agua que también tenía debajo del mostrador, bebía y volvía a empezar a contar las rosquilletas.
A finales de los 80 la panadería cerró, pero las rosquilletas de la mustia se nos han quedado guardadas en la memoria de los castellonenses para siempre.
Las rosquilletas me encantan y he probado infinidad de ellas a lo largo de los años, pero ninguna termina de ser igual al recuerdo que tengo de aquellas.
La receta original creo que no la tiene nadie, o por lo menos yo no la tengo, pero hablando un día con un panadero de toda la vida de Castellón, me dijo que el secreto de aquellas rosquilletas era que utilizaban mucho aceite de oliva.
Lo más importante para que sea una buena rosquilleta es que debe quedar ligera, crujiente, y un puntito aceitosa.....así están más sabrosas!!
He de decir que estas se parecen muchísimo a las de Margarita.....bueno, a las que hacía su padre.
Ingredientes:
120ml. de agua.
100ml. de aceite de oliva.
400g. de harina.
2 cucharaditas de sal.
45g. de levadura fresca, o 2 sobres de llimonaes de 2 colores.
Modo de hacerlo:
Disuelve la levadura en el agua tibia.
Pon en un bol la levadura con el aceite y la sal.
Añade la harina y mezcla hasta que se forme una masa compacta.
Pasa la masa a la encimera y amasa hasta conseguir que no se pegue en las manos.
Forma una bola con la masa y deja que leve tapada durante una hora, o hasta que veas que ha doblado el volumen.
Amasa un poco y parte en trozos pequeños.
Haz pequeñas tiras o bastoncitos redondos y alargados y deja que leven una hora más.
Enciende el horno a 180º con calor arriba y abajo.
Espolvorea con sal por encima si las quieres hacer saladitas.
Hornea unos 10 o 15 minutos o hasta que veas que empiezan a cambiar de color, ten en cuenta que el tiempo siempre depende del horno.
Lo más tradicional y casero es que cada rosquilleta te quede de una manera!!
Según decían nuestras abuelas y la gente mayor....en Castellón se hacían las mejores rosquilletas del mundo!!
Espero que te guste. Y también se dice por aquí, que: "No eres de Castellón si no has probado o conoces las rosquilletas de la Mustia"
Espero no haber ofendido a nadie con la historia de Margarita, lo he descrito todo con mucho respeto y cariño......son recuerdos de mi niñez y juventud, así es como yo lo viví!!
Mucho ánimo para todos y por favor, #QUEDATEENCASA, no sòlo por ti, sino por el bien de todos!!