Poco a poco, los días se hacen más cortos, menos luz y antes que me pongo a pensar que hacer de cenar. Y es lo que me cuesta más, variar en que cenar.
El otro día esperando en la tanda de la pescadería, una señora se llevaba unas sardinas. Y es un pescado que hacemos poco en casa, porque rebozadas no nos conviene por los kilitos de más, jijiiii y asadas por el olor que dejan.
Odio tener que esperar la tanda, pero siempre puedes sacar algo positivo de estas esperas, jijiii. La señora en cuestión dijo que las preparaba en el horno y explicó como las hacía.
Sin quererlo, me había solucionado la cena de esa noche (y seguro que volveremos a repetir, jijiiii) nada de olores y ligeritas. Acompañadas de una ensalada.
Los ingredientes son mínimos y sencillos
Preparación:
Precalentar el horno a 180º. Abrir y limpiar las sardinas, disponer en una bandeja apta para el horno. Salar un poco. Rociar con una picada de ajo, perejil y un poco de aceite.
Disponer y repartir por ecima rodajitas de limón. Espolvorear con pan rallado.
Y eso es todo, ya están listas para meter en el horno, unos 10-15 minutos y a comerlas calentitas. Sin olores y sin romper mucho la dieta, jijiii
Bon profit !!!