SOLOMILLO DE CERDO ENVUELTO EN BACON AHUMADO A LA PLANCHA ACOMPAÑADO CON CHAMPIÑONES AL VINO Y SALSA A LA PIMIENTA VERDE
La decoración, no debe restar importancia a la comida principal, sino realzarla.
Aunque dicen que la alimentación es un gusto, una necesidad y un placer que debe satisfacer a los cinco sentidos, definitivamente llego últimamente a la conclusión de que ante todo, prima de unos años aquí el sentido de la vista.
La cocina y los chefs están en su mejor momento y hay que reconocer que hacen de la gastronomía todo un arte.
No hay nada más que ver los estilos y tendencias a la hora de cocinar y emplatar los alimentos; platos que se centran en el medio, que dejan más espacios en blanco alrededor de los alimentos, que los ?decoran? y rellenan con puntos de salsas, polvos, flores, brotes, etc. buscando armonía, color y estética.
¡Qué lejos queda aquellos simples y sencillos ramitos de perejil del gran cocinero Karlos Arguiñano!
No me podrán negar, que en muchas ocasiones lo más sencillo es lo más efectivo. Digo esto, porque he de reconocer que soy una persona poco o casi nada imaginativa en cuanto a los detalles, decoración e incluso presentación de mis platos, aunque con el pasar de los años he ido aprendiendo, copiando e incluso ?plagiando? a los grandes maestros de la gastronomía.
A pesar de que lo intento, rara vez lo consigo, sobre todo en el día a día, por lo que como comprobarán en mi mesa siguen llegando los platos a mis comensales con los montajes clásicos, como en ésta ocasión.
Lógico también, ya que la receta en cuestión se la vi preparar a Arguiñano??
¿Cómo la hice?
Cortar los solomillos de cerdo en medallones y envolver cada trozo con una loncha de panceta ahumada, atravesándolos con un palillo a fin de que no se suelten (hecho que como observarán y es obvio, no me dio mucho resultado). Salpimentarlos y reservarlos.
En una sartén echar un chorreón de aceite de oliva virgen extra y cocinar los solomillos durante dos o tres minutos por cada lado ( si gusta, como es mi caso, un poco más hechos interiormente hornearlos posteriormente durante unos diez minutos a 180º C).
Mientras preparar los champiñones
Limpiar los champiñones y cortarlos por la mitad sin son pequeños y en cuatro trozos si son hermosos.
En una cacerolita con un chorreón de aceite de oliva virgen extra (ya saben, a ser posible malagueño) pochar a fuego lento dos o tres dientes de ajo muy picaditos.
Cuando empiecen a ponerse dorados, añadir una cucharada pequeña de harina y rehogarla, incorporar los champiñones, salar al gusto y agregar un vaso de vino blanco.
Dejar cocinar con la cacerola tapada unos quince o veinte minutos (si se secan, añadir un poco de agua).
Apartar del fuego, espolvorearlos con perejil picado y reservarlos.
Preparar la salsa a la pimienta verde:
En un cazo poner las bolas de pimienta (se encuentran envasada en cualquier gran superficie), añadir una copa de coñac y flambear con cuidado.
Una vez que se apaga la llama añadir un bote de nata (crema de leche) (uso especial para cocinar, no espesa) y una cucharada de concentrado de carne (uso Bovril), remover a fin de que quede bien ligados ambos.
Fuente: este post proviene de Blog de Mi Cocina Carmen Rosa, donde puedes consultar el contenido original.