INGREDIENTES (2 personas)
200 grs de spaguetti
2 botes de tomates pelados (unos 800 grs)
Un puñado de aceitunas negras
Un puñado de alcaparras
1 lata de anchoas
1 cebolleta
2 dientes de ajo
Perejil fresco
Albahaca fresca
Orégano
1-2 peperoncinos (o cayena)
Sal, pimienta negra y aceite de oliva
Unos tomatitos cherry
Tiempo: 30 minutos
Película comparada: TAXI DRIVER (Martin Scorsese - 1976)
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Si buscamos el origen del nombre de la salsa alla puttanesca, suelen decir que se trata de una receta que servían las prostitutas napolitanas entre cliente y cliente. Ya que era un plato fácil, asequible y muy rápido de preparar. Pero conviene apuntar que existen otras corrientes que aseguran que se trata de una referencia a lo caliente y picante, como símil evidente hacia las buonas donnas (o buenas mujeres, otro apodo irónico)
Otros aseguran que era un reclamo para atraer clientes al burdel. De todas estas teorías sonsacamos que no existe un hecho claro y conciso sobre su origen. Así que solo nos queda degustar a nuestra manera este delicioso y sencillo plato italiano. Bajad las persianas de vuestra casa (tal y como hacían en los años 50 las "casas cerradas" o burdeles para evitar escándalos) y preparaos para este clásico culinario. Silencio... se cocina.
Calentamos en una olla un dedo de un buen aceite de oliva. Incorporamos los botes de tomate pelado (con su jugo) y removemos. Añadimos sal y pimienta al gusto (y algo de azúcar, si no os va la acidez del tomate) y dejamos cocinar a fuego medio unos 20 minutos.
Nota: Este proceso lo podéis hacer también con tomates frescos. Bastaría con lavarlos bien, triturarlos un poco y freírlos en el mismo aceite con una pizca de sal y pimienta.
Nuestra salsa de tomate en proceso
Por otro lado calentamos un par de cucharadas de aceite en una sartén amplia. Añadimos la cebolla picada, un poco de sal para que sude y la sofreímos unos 15 minutos a fuego moderado.
Una vez está pochada le incorporamos las aceitunas negras en láminas, el ajo picado y las alcaparras. Subimos el fuego y cocinamos, removiendo continuamente, unos 2 minutos.
Bajamos el fuego y le añadimos entonces nuestra salsa de tomate. Troceamos las hierbas frescas: albahaca y perejil en mi caso, y espolvoreamos un poco de orégano seco. Y añadimos un poco de peperoncino o guindilla picada.
Removemos para mezclar todos los aromas y dejamos que se cocine unos 10 minutos.
Momento entonces de apagar el fuego y añadir las anchoas picadas. Dicen que así evitamos que salen demasiado el plato y estoy de acuerdo. No necesitan cocinarse demasiado, les bastará el calor residual para deshacerse en nuestra maravillosa salsa.
Mientras esperamos a que se atempere un poco (lo justo) preparamos la pasta seca, en este caso spaguetti (pero os valen tallarines, macarrones, fetuccini...). Cada marca es un mundo y deberéis seguir las instrucciones precisas de cada fabricante. Acatad sus órdenes para un buen resultado. En mi caso fueron 7 minutos para que estuvieran al dente.
Resultado final de nuestra salsa alla puttanesca
Pasado su tiempo preciso de cocción, los colamos y servimos en platos hondos. Regamos bien con la salsa alla puttanesca, añadimos un poco más de peperoncino por encima (que me va la marcha) y nos dejamos catapultar a tierras italianas. ¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
TAXI DRIVER
("Taxi driver" de Martin Scorsese - 1976)
Un buen plato de pasta siempre nos evocará a "la bota", esto es así. Pero en nuestra búsqueda imposible de comparaciones cine-culinarias hay que intentar ir más lejos (de vez en cuando). El cine italo-americano es nuestro mejor salvavidas para la causa. Ese cine gestado en los 70 con nombres de la talla de Francis Ford Coppola ("El padrino"), Brian de Palma ("Obsesión"), Michael Cimino ("El cazador") o el que hoy nos ocupa, el gran Martin Scorsese.
En el año 76 la corriente cineasta por temas políticos y anti Vietnam, o mejor dicho, sobre las trágicas consecuencias de la guerra, era ya evidente. Scorsese ya se había hecho un hueco con su demoledora Malas Calles en el panorama nacional, y ya había mostrado sus cartas predilectas por seres marginales en la sociedad. Taxi Driver supone la consagración de un director diferente. Con un talento especial para la violencia y la radiografía más cruda de la realidad urbana, Scorsese se sumerge en el submundo oscuro de Nueva York, y nos plantea la historia de un taxista nocturno, ex combatiente de Vietnam, (Robert De Niro, en modo colosal) que vaga por las calles en su "yellow cab" y malgasta sus pocas fuerzas en cines baratos y en un amor imposible (Cybill Shepard). Ante sus ojos pasa la miseria humana, la codicia política, la degradación social... Sus ansias por derrocar un sistema podrido, carente de cualquier sentido, le llevan a crear su propia guerra.
De Niro encarna el hombre solitario que necesita limpiar la bazofia de las calles para encontrar un sentido a su vacía existencia. Quiere acabar con un político corrupto, pero su sana locura le lleva a salvar a una prostituta adolescente (una jovencísima Jodie Foster) del atroz y despiadado universo en el que vive sumergida, a las órdenes de un proxeneta sin escrúpulos (Harvey Keitel). Tal vez así, liberando a la inocencia pura, salvándola del infierno, encuentre su propia paz.
Existe un evidente aroma italo-americano en nuestra receta y Scorsese o De Niro son dos de los grandes baluartes de esta corriente. La maraña de spaguetti que subyace en el plato, ejemplifica ese caos social en el que la gente cruza sus caminos pero no se detiene a mirar, a contemplar la realidad, a ayudar al prójimo. Cada hilo de pasta sigue su propio camino, seres sin sueños, blancos, insulsos... Y poco, o nada, les importa las atrocidades que se cometen a diario a su alrededor.
Es ahí donde surge nuestra salsa alla puttanesca. Cuya presencia tiene dos nexos con la película. El primero va con el nombre (puttanesca), el sórdido emplazamiento en el que una niña prostituta debe sobrevivir. Un universo en las malas calles, donde las anchoas, las aceitunas, las alcaparras, el orégano o la cebolla reflejan esa clase social baja (ingredientes de fácil y rápido consumo, como la pobre prostituta)
El vivo color rojizo que otorga el tomate a la salsa nos sirve para hallar el segundo nexo: la sangre, la violencia. El crestudo De Niro (Travis Bickle) obra una primera revancha fallida con el político para luego consagrarse en un justificado baño de sangre (a recordar su improvisación magistral frente al espejo) en un burdel de poca monta. Explota así el lado violento de Scorsese en un final para no olvidar. Balazos en la cara, aniquilación total. La salsa alla puttanesca invade cada plano, salpicando el plato o las paredes de venganza.
La hoja de albahaca, limpia y ajena, parece estar huyendo de ese infierno. Parece la única salida esperanzadora para el verdugo y la joven víctima. La redención en forma de hierba aromática. Es hora de que os cobréis la venganza. Y sí, os estoy hablando a vosotros...