Como me pasa cada año el mes de Septiembre se me ha ido y no he sido consciente de ello.
El otoño me gusta tanto y sus días pasan tan fugaces que parece que el tiempo se acelerara en esta recta final del año.
Además ha llegado marcando territorio, con bajada de temperaturas y chubascos imprevistos. Esto no quiere decir que no tengamos días calurosos más adelante, pero por el momento disfruto este tiempo que no esperaba en estas fechas.
Para esta semana he elegido de nuevo una fruta a caballo entre el final del verano y el inicio del otoño. Las zarzas están repletas de moras y es el mejor momento para pasar una divertida tarde entre pinchazo y pinchazo, que por mucha precaución que tengas alguno te llevas ¡pero bien merece la pena!
La idea de preparar esta tarta de moras surgió a principios de año a raíz de un capítulo de la tercera temporada de la serie This is us.
Randall Pearson está como loco la tarde noche del 31 de diciembre buscando una tarta de moras. Junto con su mujer y sus hijas tiene la tradición de comer esa tarta en nochevieja y no hay forma de encontrar una ese día y a esas horas.
Y a mí se me antojó preparar una.
Y me enfurecí con él por dejarlo todo para último minuto.
Es lo que tiene vivir las series.
Vaya por delante que antojarse tarta de moras en pleno invierno es complicado.
Mi suerte es que tenía varias bolsas congeladas, desde hacía dos veranos, y pude ponerme a ello sin tener que esperar al otoño.
De hecho esta tarta la horneé en pleno confinamiento. Es lo que tiene que las imágenes sean tan chivatas y conserven tantos datos. Y me pareció ideal para compartirla en el blog a principios de otoño.
Y ya ha llegado el momento.
Indagué un poco en internet pero ninguna receta me acababa de convencer totalmente así que cogiendo ideas de aquí y de allá hice lo que me vino en gana con lo qque tenía en casa y el resultado fue estupendo.
Estéticamente no ha quedado tal y como yo había pensado pero aún así estoy bastante contenta.
Lo que más me gusta es la combinación del ácido de las moras con la masa quebrada.
Y el crujir de las semillas de las moras de la ese punto interesante que igual a más de uno molesta, pero que a mí me parece que le da mucha personalidad a este postre a la par que nos recuerda que estamos ante comida real, y que las moras tienen semillas y por ende la tarta también.
Para hacer el enrejado he usado un rodillo, pero bien se puede hacer a cuchillo (con mucha paciencia) o hacer tiras e irlas entrecruzando.
Lo malo del enrejado es que hay que darse mucha prisa. A medida que la masa quebrada va perdiendo frío se vuelve blanda y complicada de manejar. Es por eso que no todas las celdas están igual de abiertas.
También es cierto que no tengo tanto tiempo como cuando no tenía las niñas para volver a dejar la masa reposando en frío antes de colocarla y abrir el enrejado. La perfección es cuestión de práctica y de tiempo. Y de esto último tengo muy poco.
Además siempre voy a lo fácil, que en este caso es el uso de masa quebrada comercial.
Sé que la hecha en casa es mejor. Que no es complicado y que merece la pena. Pero no me da la vida.
Y el rodillo tampoco. ¿Para qué vamos a engañarnos? Necesito mucha práctica (y paciencia) con el rodillo para que las masas me queden estiradas y finitas.
Todo llegará.
Mientras tanto tiro de las de LIDL que me gustan bastante (y no me llevo comisión por decirlo, conste) y dan buen resultado.
Lo bueno de esta tarta es que se puede (y se debe) hacer por partes ya que el relleno, una vez lo cocinas en la sartén, debemos dejar que se enfríe por completo antes de ponerlo sobre la masa quebrada o el resultado será cuanto menos desastroso.
Si tiráis de masa comercial la dificultad es nula (más allá de recoger las moras, los pinchazos y las manchas, eso sobra decirlo) y el resultado más que satisfactorio.
Así que si tenéis zarzas cerca, una escapada para recoger moras bien merecerá la pena si el premio es esta rica tarta ¿os animáis?
Seguro que si os invito a un trozo os tendré ganados. ¿Quién se apunta?
Ingredientes:
* Dos láminas de masa quebrada
* 800-850 gramos de moras
* 100 gramos de azúcar moreno y un poquito más para espolvorear
* Dos limones
* Una cucharadita de canela en polvo
* 40 gramos de harina de maíz
* Un huevo
Elaboración:
1. En una sartén ponemos las moras junto con 100 gramos de azúcar, la canela y el zumo de los dos limones. Removemos de vez en cuando.
2. Pasados unos quince minutos añadimos la harina de maíz, mezclamos bien y removemos hasta que espese la fruta.
3. Retiramos del fuego y dejamos que enfríe por completo.
4. Una vez frío ponemos una lámina de masa quebrada en nuestro molde, vertemos la mezcla de fruta dentro y cubrimos con la otra lámina de masa quebrada.
Yo he hecho un enrejado pero si no tenéis el rodillo podéis cortar tiras y disponerlas encima haciendo cuadraditos.
5. Pintamos con un huevo batido y espolvoreamos con azúcar moreno.
6. Introducimos en el horno precalentado a 180 grados durante unos 35-40 minutos.
7. Sacamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Un postre sencillo y muy resultón.
La verdad es que este tipo de frutas se prestan a estos postres y siempre lucen muchísimo.
Además se conserva perfectamente tapado con film transparente en el frigorífico y la masa no se reblandece así que es un postre ideal para preparar con antelación de cara a alguna reunión (bueno, reuniones con la que está cayendo no, por favor) o comida.
Una semana más quiero agradecer vuestras visitas y comentarios. Los blogs ya no están de moda, ahora el auge se lo llevan otras plataformas y contar con vosotros es todo un lujo.
Sé que hace mucho que no os pongo al día de las niñas y es que por suerte no hay muchas novedades. Elena comenzó a ir a la guardería el lunes. Todos esperábamos que se quedara llorando y salió pitando a los brazos de la profesora para mal de la abuela (que no lo reconoce pero sé que le fastidió)
Este verano hemos pasado por muchos cambios: Lara duerme sin barrera, Elena duerme en su cama (sin barrera también, soy una madre kamikaze), le han salido un montón de dientes y muelas, ha aprendido a saltar (que es un hartón de reir verla porque los saltos le salen de aquella manera), Lara se ha soltado a nadar, al menos a flotar, y se ha hartado de tirarse en bomba.
Elena, que es mucho más temeraria se lanzó de barriga por la parte de los tres metros y pico (sin flotador y sin nada para susto de todos)
La vida, que sigue su curso a pesar de todas las circunstancias. Y las niñas evolucionan y crecen.
En otra ocasión os contaré más cosas. Mientras tanto sed felices y nos leemos la semana próxima
Manos a la masa y ¡bon appétit!