Seguimos con las propuestas ricas ricas, porque esta tarta de queso salada es una receta que puede triunfar en cualquier comida (ojalá se acaben pronto las restricciones y podamos compartirla en comidas con familia y amigos). La receta original la vi en Jaleo en la Cocina, aunque yo he hecho una serie de modificaciones. Entre ellas incluir en la tarta un delicioso jamón.
INGREDIENTES:
Para la base:
150 gr. de galletas saladas
100 gr. de mantequilla sin sal
Para la tarta:
500 gr. de queso mascarpone
120 gr. de queso Grana Padano
120 ml. de crème fraîche
2 huevos tamaño L
Una pizca de sal
Una pizca de pimienta
100 gr. de jamón Legado de El Pozo
Para los tomates confitados
500 gr. de tomates cherry
30 ml. de Aceite de Oliva Virgen Extra
1 chorrito de vinagre balsámico
Tomillo fresco
Romero fresco
Sal
Pimienta
PREPARACIÓN:
Trituramos las galletas saladas con un robot o introduciéndolas en una bolsa cerrada y pasando el rodillo hasta convertirlas en tierra. Mezclamos con la mantequilla derretida. Cubrimos la base de un molde rectangular desmontable con papel vegetal (podéis usar un molde redondo). Añadimos la mezcla de galletas y extendemos bien, con la ayuda de un vaso o de una cuchara o con nuestras propias manos. Llevamos a la nevera mientras preparamos el resto de la tarta.
Mientras, precalentamos el horno a 180º.
En una fuente pequeña de horno disponemos los tomates lavados y cortados por la mitad, añadimos un poco de sal, unas ramitas de romero y tomillo, el aceite y un poco de vinagre balsámico. Reservamos.
En un bol amplio mezclamos el queso mascarpone con los huevos, batimos un poco para que la mezcla nos quede bien ligada, añadimos la crème fraîche, el queso Grana Padano, la sal, la pimienta y mezclamos bien. Añadimos el jamón cortado en tiras y mezclamos un poco para integrar. Vertemos en el molde que tenemos reservado en la nevera.
Introducimos en el horno una bandeja grande con agua, ya que vamos a hornear los tomates y la tarta al baño María.
Disponemos sobre la bandeja el molde de la tarta y la fuente con los tomates. Horneamos a 180º durante 15 minutos, y luego bajamos a 120 º 60 minutos más. Pasado este tiempo sacamos los tomates de horno y reservamos bien tapados, y dejamos la tarta con el horno apagado una hora más dentro.
Pasado este tiempo sacamos del horno y dejamos enfriar totalmente. Después cubrimos con film transparente y llevamos a la nevera durante unas horas o de un día para otro. A la hora de servir, desmoldamos y decoramos con los tomates confitados y con unas ramitas de romero y tomillo.
Pues espero que os haya gustado tanto como a nosotros.
Feliz jueves.