Hay dos tipos de tartas de queso: las que llevan gelatina y simplemente se dejan enfriar en la nevera; y la tradicional que se mete al horno. Yo me he decantado por esta última, aunque pueda parecer más difícil de hacer es supersencilla, eso sí, tiene el gasto del horno.
La receta de hoy es un poco invención mía, los ingredientes son los básicos para una tarta de queso pero las cantidades las he ido añadiendo según mi criterio. Espero que os guste y que me comentéis vuestras recetas.
Ingredientes para un molde de 18cm (es pequeñita para uno de 25cm podéis doblar las cantidades):
Base:
1/2 paquete de galletas maria
2 cucharadas de mantequilla
Esto se puede sustituir por una base de masa quebrada (para la receta pincha AQUÍ)
Relleno:
1 tarrina de queso cremoso de untar
200ml de nata (crema de leche) (se puede sustituir por un yogurt)
100gr de azúcar, a ser posible de caña
3 huevos M
ralladura de limón (opcional)
Recubrimiento:
1/2 bote de mermelada del sabor que os guste: fresa, frutos rojos, tomate...
agua
Empezamos poniendo el horno a calentar a 180º-200º con el fuego solo por arriba si es posible. Mientras trituramos las galletas con la minipimer y derretimos la mantequilla (en el micro o al baño maría). Unimos todo para que quede una pasta y cubrimos el fondo del molde del grosor que nos guste. He usado un molde de silicona así que no hace falta engrasarlo ni nada. Si la masa queda muy suelta añadimos más mantequilla si por el contrario queda muy grasa añadimos más galletas.
Para el relleno ponemos todos los ingredientes en un bol y batimos hasta que el queso esté bien deshecho. Si usamos un brazo eléctrico no es bueno ponerlo a mucha potencia ni batir mucho tiempo para que no entre aire en la masa. Pasamos al molde y lo metemos en el horno hasta que al pinchar salga limpio (unos 25-30 minutos)
Nota mental: ¡Qué curiosa es la perspectiva! El plato del trozo es pequeó el de la tarta normal. ¡Parecen los dos iguales!
Cuando esté hecha apagamos el horno y la dejamos dentro unos 2 minutos, luego la dejamos reposar fuera hasta que esté a temperatura ambiente y desmoldamos.
Ya solo nos queda recubrirla. Para ello echamos una cucharada o dos de agua a la mermelada y movemos, de manera que no quede tan espesa. Esta mermelada la ponemos por encima. Por último la dejamos unas horas en la nevera para que se enfríe y a comer, uhmmmm. ¡Espero vuestros comentarios!
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