Domingo tarde y a una le entran ganas de tomar un te, con algo dulce, de manera irresistible. Coger el coche y bajar al Hipercor para ver si les queda algo de repostería da una cierta pereza. Además está lloviendo... Pienso en ponerme a hacer unas crêpes, pero encima de la mesa de la cocina, sobre la tabla, queda pan de ayer. Entonces recuerdo que se acerca Semana Santa y que las torrijas son propias de estos días; por lo menos eso es lo que dice la tradición popular.
Rebusco entre las recetas que tengo guardadas y veo que todas son para preparar una gran cantidad de dulces, no me sirven. Finalmente deduzco que tengo que dividir las cantidades por tres y equilibrar los ingredientes. No me queda otra.
Y me salió esto:
Ingredientes para 8 torrijas
8 rebanadas de pan de barra de miga densa
1 huevo XL
300 ml de leche
75 ml de anís
200 g de azúcar (aprox)
La piel de 1/2 limón
1/2 rama de canela
Canela en polvo
Aceite de girasol o de oliva sabor suave
Ingredientes para una barra de pan de 1/2 kg
1 barra de pan
3 huevos XL
1 l de leche
150 ml de anís
400 azúcar (aprox)
La piel de 1 limón
1 rama de canela
Canela en polvo
Aceite de girasol o de oliva sabor suave
Calentar la leche con dos cucharadas rasas de azúcar, la piel del limón, y la canela en rama. Remover para que el azúcar se disuelva. Cuando la leche esté a punto de ebullición, apagar el fuego y dejar que infusione para que tome sabor. Transcurridos quince minutos colar la leche.
Batir el huevo con una cucharada rasa de azúcar.
Poner las rebanadas de pan, de cuatro en cuatro, en un plato amplio. Echar la leche por encima a medida que el pan la vaya absorbiendo. De ese modo controlaréis la humedad y las rebanadas de pan no se desharán.
Con la ayuda de una espátula colocar el pan encima de una rejilla para que escurra lo sobrante, no obstante si lo hacéis como os digo quedarán empapadas y no expulsarán nada de líquido.
Poner aceite a calentar. No es necesario que cubra toda la torrija con que el aceite llegue hasta la mitad es suficiente.
Para este tipo de fritura suelo utilizar un aceite de girasol de calidad porque me parece que aporta un sabor más fino y es menos pesado. Si preferís el de oliva, que sea de sabor suave.
Pasar las rebanadas de pan, de una en una, por el huevo batido e introducir en el aceite caliente a temperatura media alta. Yo me suelo ayudar de dos tenedores. Bajar el fuego un poco si notáis que el aceite se arrebata. No se deben quemar.
Freír a tandas. No más de tres o cuatro a la vez para que el aceite no enfríe.
Dorar por un lado y a continuación por el otro. Utilizar una rasera plana para retirarlas de la sartén.
Colocar en una bandeja, sobre papel de cocina, para que dejen ir el exceso de aceite.
Esperad a que se enfríen un poco y pasar por azúcar mezclado con canela en polvo. Las proporciones a vuestro gusto.
La descripción que me parece más acertada para este rico postre es que son dulces pero sin empalagar. No resultan nada grasientas, si se toma la precaución de escurrirlas bien, y son muy jugosas por dentro. Casi que parecen un xuxo con un suave toque de anís.
Si queréis hacer más cantidad seguid la misma receta pero aumentando el azúcar en la leche y en el huevo batido (a vuestro gusto)
¡Animaros a hacerlas!