A veces nos complicamos mucho la vida y resulta que las cosas más sabrosas acaban siendo de las más sencillas.
El ajoblanco es uno de esos platos que sólo viéndolo y sabiendo lo que llevaba sabía que me gustaría. Y lo que me sabe mal es que he tardado demasiado tiempo en ponerme a hacerlo.
En fin. Que al fin me decidí, y éste es el resultado.
Una cremita fresca, ligera, con un riquísimo sabor a almendra con el toque del ajo que le va de miedo.
La receta la he adaptado de la de Directo al Paladar, aunque doblando la cantidad de almendras.
Os paso los ingredientes para 1 litro:
- 200 gr de almendras crudas
- 3 rebanadas de pan blanco de miga tupida sin costra (unos 140 gr)
- 2 dientes de ajo
- 100 ml de aceite de oliva virgen extra, en este caso, variedad Arbequina
- 35 ml de vinagre de vino blanco
- 750 ml de agua fría
- sal
Preparación:
No encontré almendras crudas peladas, así que las he tenido que pelar yo. Para ello las he escaldado en un poco de agua hirviendo y luego las he dejado un rato en reposo en agua fría. Así han sido fáciles de pelar.
El método para prepararlo es el mega rápido: batidora de vaso.
Así que pelamos las almendras y los ajos y los ponemos en la batidora junto con el pan, el aceite, el vinagre, un poco de sal y parte del agua y lo trituramos bien.
Lo batiremos hasta que la textura sea bien fina y entonces le añadiremos agua hasta conseguir la textura que queramos.
Lo dejaremos en la nevera hasta la hora de servir.
Como topping he usado un poco de cebolla frita, que creo que le da un puntito interesante.
En fin. Poco original, pero espero que os guste.
¡Que aproveche!