Mi limóm, mi limonero, entero me gusta más. Un inglés dijo yeah,yeah,yeah,yeah y un francés dijo oh lalá…
Así comenzaba aquella vieja canción, allá por los años 60. Me viene la letra de éste estribillo a la memoria y la voy canturreando mientras pienso en la introducción de éste delicioso postre que hoy comparto con quienes seguís “Mi Cocina” virtual.
Mientras la canturreo vuelvo a decir que quiero un limonero en mi casa; no se me va de la cabeza, se lo digo y se lo repito a mi marido una y otra vez: quiero un limonero, como el de mis vecinos de enfrente cuyos frutos disfruto no sólo viéndolos, de vez en cuando llegan algunos a mi cocina .
Sí, soy consciente de que mi porche es muy pequeñito y que sólo tiene una estrecha franja de tierra donde puedo tener algunas plantas…..pero en una de las esquinas, la que da a la calle, me da la oportunidad de poder plantar uno en lugar de mi querida y añorada dama de noche que después de 20 años parece ser que se ha secado; ya no está…..y ahí, en su lugar quiero “mi limonero”.
Málaga es tierra de limones, fue y sigue siendo una de las principales despensas de limón de toda Europa. El limonero, aquél arbusto traído por los árabes a Andalucia, se adaptó extraordinariamente bien al clima, a ésta tierra que muchos denominamos “El Paraiso” e hizo del Valle del Guadalhorce la principal zona citrícola no sólo de Málaga, también de Andalucia.
De hecho, el Valle del rio Guadalhorce es bien conocido desde antaño como el “Valle del Azahar” por sus inmensas huertas de cítricos: naranjas, mandarinas y limoneros.
Tierras fértiles, bañadas por el Rio Guadalhorce y sus afluentes hacen que Málaga huela a azahar, que sus campos se vistan de un verdor excepcional y que la naturaleza sea generosa con sus frutos. ¡¡ No se pueden imaginar las grandes extensiones de naranjos y limoneros de los blancos pueblos malagueños: Álora, Pizarra, Alhaurin el Grande, Alhaurín de la Torre, Coín o Cártama….!!
En la Hoya de Málaga, en el último tramo navegable del Guadalhorce, al pie de las sierras de Espartales y la Llana, nos encontramos con Cártama, puerto fluvial en época romana.
Cártama, su origen en la más lejana prehistoria y hay constancia de que cuando los fenicios llegaron a la actual Cártama, a la que llamaron Cartha, encontraron en la cima del Cerro de la Virgen un "castro" habitado por los íberos. Conviven durante un tiempo ambas culturas y fundan la factoría de la Vega y de la Sierra para la explotación agrícola de la zona. Con ello, el primitivo "castro" se reformó, surgiendo bajo su protección una ciudad llamada Carth-Ma, que significa "ciudad oculta y madre".
En el año 195 antes de Cristo, el cónsul romano Marco Poncio Catón conquista la ciudadela y su "castro". Una vez instaurado el municipio cartameño, al que llaman Cartima, los romanos transforman el "castro" en castillo, ampliando y fortificando el recinto, extendiéndose por las laderas del monte.
Tanto visigodos como árabes realizan obras en la fortaleza; pero es, sin duda, con los árabes cuando el castillo adquiere su mayor desarrollo. Sobre la agreste cumbre del Cerro de la Ermita, desde la que se disfruta de inmejorables vistas de la Vega del Guadalhorce, el castillo musulmán del siglo X otea el horizonte.
Fue uno de los principales baluartes de la defensa de Málaga. Tiene una planta rectangular, con doble recinto defensivo. El primero disponía de diez torres, y el segundo, que se acercaba a la ciudad, mantiene ocho torres y una torre albarrana.
La fortaleza estaba preparada para soportar el asedio con el apoyo, entre otras cosas, de un aljibe realizado en época califal. Hoy en día, a sus pies, se encuentra la Ermita de la Virgen de los Remedios, a la que cada año, por éstas fechas suben miles de penitentes.
En Cártama hoy por hoy la economía se basa fundamentalmente en el cultivo de cítricos (aunque hasta finales del siglo XIX, también había vides las cuales fueron destruidas por la terrible plaga de filoxera que hubo en toda la provincia malagueña).
La Vega cartameña es un inmenso jardín donde el aroma del azahar lo inunda todo. De hecho se la conoce como el Valle del Limón.
Con ésos limones, deliciosos, maravillosos…..preparo en “Mi Cocina” el delicioso lemon curd que tanto le gusta a mi marido.
No existe otro pastel para él, que el de hojaldre, lemon curd y merengue (AQUI pueden encontrar la receta) ¡¡ He perdido la cuenta de cuantas, cuantas veces se lo he preparado en mi vida !!
Y ya no les cuento como es de delicioso ése helado de limón que preparo con lemon curd también, tomen nota de la RECETA para el verano que se acerca….
Con ésta ríquisima crema de limón, preparé éste postre cuya base fue en vez de galletas normales y corriente, una torta malagueña de algarrobo desmigada, que le aportó un sabor especial, un "toque" de almendras de Málaga (en ÉSTE ENLACE pueden encontrar la receta)
Éste postre, así presentado, agasajé a unos amigos en un almuerzo reciente….espero que si lo preparan, disfruten tanto como ellos.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes para el lemon curd:
200 gr. de azúcar normal, el zumo de dos limones, cuatro yemas de huevo, 5o gr.de maicena y 100 grmos. de mantequilla, ralladura de la piel de un limón (sin la parte blanca).
El lemon curd es ideal para untar en galletas, en tostadas o para otros postres y se conserva perfectamente varios días en el frigorífico.
Las cantidades en cuanto al resto de ingredientes, lógicamente, irán en función de los comensales, tanto en cuanto a las tortas de algarrobo, como la fruta y las ramas de hierbabuena.
Los pasos a seguir:
Preparar el lemon curd. Para ello, lavar muy bien el limón y rallar la corteza, mezclar con el azúcar el día de antes, así soltará los aceites esenciales la ralladura y perfumará mucho más el azúcar, reservarlo tapado.
En un cuenco de cristal batir las yemas de huevo junto con el azúcar, la ralladura del limón, el zumo y colocarlo dentro de una cacerola con agua.
A fuego medio ir removiendo con cuidado de que no llegue a hervir la crema durante unos diez minutos aproximadamente, hasta que tenga una consistencia de natilla. Apartar del fuego.
Cortar la mantequilla a trocitos pequeños y con la crema aún tibia añadirla al cuenco y con unas varillas mezclar muy bien hasta que quede completamente fundida e integrada.
Pasar la crema a un recipiente de cristal y dejarla enfriar en el frigorífico hasta que se solidifique, por lo que aconsejo dejarlo preparado, como mínimo, con varias horas de antelación.
Lavar bien tanto la fruta como las hojas de hierbabuena y dejarlas secar sobre papel de cocina.
Triturar la torta de algarrobo en un robot de cocina de forma que quede lo más fina posible.
Echar los trozos de tortas en el fondo del vaso, añadir a continuación el lemon curd e ir colocando los frutos rojos sobre la crema, adornando con una rama de hierbabuena.
La disfrutaron en “Mi Cocina”…se lo puedo asegurar.
Las fotos, unas son hechas por mi (ya saben, con mi móvil; aún no tengo cámara de fotos digital) y otras por mi hija, quien cuando me vio hacerlas me dijo: ¡¡ Mami, yo te las hago, a mí me salen mejor que a ti !!
Me encanta tenerla a mi vera, a mi alrededor, en la cocina…..
¡¡ Disfruten de la vida, del fin de semana....y de éste postre si se animan a prepararlo !! Buen fin de semana.