Unas albóndigas distintas a la receta de nuestras abuelitas y cocineras mexicanas, pero les aseguro que les encantarán, tienen un sabor muy delicado y la combinación de sabores resulta ser una delicia, la salsa de arándanos con su acidez les da un gran sabor, y combinándolo con las papas, ya sea en souflé o en puré, verán que son inigualables... bueno, a menos que lo reemplacen por un rico spaguetti o pasta...
Ingredientes para las albóndigas:
1 Rebanada de pan de caja desmenuzado
1/4 Taza de leche
500 gramos de carne de res molida (se puede utilizar mixta: cerdo y res o ternera)
Cebolla rayada al gusto
1 huevo
Mantequilla para freír
Un poco de aceite
Pimienta negra
Pimienta blanca
Sal
Nuez Moscada
Cardamomo (opcional)
Para la salsa (bechamel):
1 1/2 Taza de Caldo de Res
2 Cucharadas soperas de harina
1/2 Taza de leche
Un poco de crema de leche (opcional)
Salsa de soya al gusto
Procedimiento:
Primeramente debemos remojar el pan en la leche y lo añadimos a la carne molida, junto con el huevo ligeramente batido, la sal, la cebolla rayada, a mí me gusta utilizarla rayada, pues así no se sienten los trocitos y el sabor se integra mejor, añadimos también las especias al gusto, tales como pimientas, blanca y negra, una pizca de nuez moscada y una pizca todavía más pequeña de cardamomo, si es que deseas añadirlo, y no olvidemos la sal, mezclamos perfectamente.
Cuando tengamos bien mezclada la carne con todos los ingredientes, hacemos las albóndigas, a mí me gusta hacerlas pequeñas, así se cocinarán más parejitas.
Para freírlas, colocamos la mantequilla y un chorrito de aceite en una sartén y doramos las albóndigas por todos lados, no necesitas sumergirlas completamente, yo utilizo generalmente para esta cantidad de carne media barrita de mantequilla, esto es, como 50 gramos aproximadamente, y un chorrito pequeño de aceite, sólo para asegurar que la mantequilla no se quemará, calentamos perfectamente la materia grasa y comenzamos a dorar las albóndigas de tanda en tanda, así quedarán más parejitas. Se reservan en un recipiente con tapa para que no se enfríen.
Generalmente me queda mantequilla con aceite una vez que terminé de dorar las albóndigas, pero casi siempre tiene trocitos de carne que las albóndigas fueron desprendiendo, y pues para poder preparar la salsa, paso por un colador la mantequilla y la coloco en una cacerolita, y caliento un poco otra vez y añado el harina, muevo con la ayuda de una palita de madera y la comienzo a integrar en la mantequilla, y cuando doro un poco, le voy añadiendo el caldo de res, que deberá estar caliente para que sea más sencillo lograr que la salsa quede tersa.
Añado poco a poco el caldo de res y no dejo de mover con la palita, después añado la leche, rectifico el sazón, y cocino un poco sin dejar de mover para que no se hagan grumos, si noto que los tiene, no me preocupo, pues los puedo desbaratar con la ayuda del procesador manual o con la licuadora, y así obtendré una salsa tersa y suave.
Si no tengo caldo de res preparado, puedo utilizar de lata o bien, de cubito.
Puedes añadirle una pizca de nuez moscada a la salsa y le dará un rico sabor, pero no abuses, pues puede opacar los demás.
Para acompañar las albóndigas lo tradicional es hacerlo con salsa de arándanos, pues su acidez hará que el plato quede bien balanceado.
Si no consigo arándanos frescos, pues utilizo una latita de salsa de arándanos, de esas que se usan para acompañar el pavo, pero si hay frescos, entonces los cocino un poco con muy poquita azúcar y cocino un poco. Se trata de lograr una salsa espesa un tanto acidita.
Además hay que acompañar con un rico souflé o puré de papas (patatas) o bien, con un rico spaguetti o pasta preparada sólo con un poco de ajo, mantequilla y crema, verán que la combinación de sabores será estupenda.
Espero que les guste esta rica receta, muy distinta a las albóndigas que comíamos de pequeños en casa, pero créanme que es maravillosa.