En ésta ocasión no pude reprimirme al ver las nécoras vivas, las almejas de carril que abrían y cerraban sus conchas a un simple golpecito, los mejillones en su caja de madera con su denominación de origen... mariscos de Galicia, todo un placer, un ábanico de frutos del mar gallego que me traen al paladar deliciosos sabores que me recuerdan tan maravilloso lugar del Norte de España.
Año 1978, mi primer viaje a Galicia, me envía la empresa en la que trabajaba, en mis vacaciones personales, a contactar y contratar el nuevo distribuidor para la zona y visitar las cuatro provincias gallegas, mi recorrido: Ourense, A Coruña, O Grove, La Toja, Pontevedra, Vigo, Santiago de Compostela; ciudades preciosas, pero ante todo sus costas, sus playas, su mar es lo que más me impresionó.
A éste primer viaje, siguieron muchos más, días y semanas de intenso y muchas veces durísimo trabajo.
Con los años llegamos a tener nuestra propia oficina en La Coruña, una ciudad preciosa, con casas de galerias que recuerdan a tiempos pasados, una ciudad de cristal, plazas y calles que invitan al paseo, y siempre la mar; esa mar que rodeándola casi por completo, la abraza y le da esa belleza increíble a La Coruña, donde contemplar sus playas y admirar el oleaje, no tiene precio.
Uno de sus grandes tesoros es su gastronomía, dicen que la buena cocina se hace con recetas simples y con buena materia prima y eso lo tiene la cocina tradicional gallega.
¿Cómo lo preparé?
En una cacerola con agua, salándola al gusto, poner las almejas de carril y los mejillones y llevar a ebullición (limpios los mejillones de impurezas y habiendo tenido las almejas una hora sumergidas en agua a fin de que suelten la posible tierra que puedan traer en su interior) .
Espumerear, sacar los bivalvos una vez abiertos y reservarlos.
En el mismo agua echar las cigalas, en el momento que se nota que casi flotan, sacarlas y reservarlas.
Echar los gambones y los langostinos e igualmente, en unos dos o tres minutos, sacarlos de la olla y reservar.
Por último, cocer en el mismo agua las nécoras, dejarlas cocer unos cinco minutos y sacarlas de la cacerola, reservándolas con todo el marisco.
Pelas los langostinos, reservar la carne y en el caldo cocer las cabezas y las cáscaras de los langostinos.
Por último colar el caldo, echar colorante alimentario (azafrán), y mantener caliente.
En una paellera, echar un chorreón generoso de aceite de oliva virgen extra (usé de Ardales, malagueño) y pochar, todo ello muy picadito, sin que se llegue a quemar un pimiento verde, un trozo de cebolla (puse fresca, dulce), tres dientes de ajo y agregar un tomate grande maduro rallado.
Una vez hecho el refrito agregar langostinos pelados y remover junto con el refrito hasta que cojan color.
Añadir una cucharada de pimentón y remover fuera del fuego.
Añadir el arroz (uso arroz bomba especial para paella valenciano), dos puñados generosos por comensal, más uno de regalo.
Agregar dos cucharones de caldo por puñado de arroz (si es necesario ir agregando más agua, siempre hirviendo, si lo fuese pidiendo la paella) manteniéndola a fuego fuerte durante quince minutos, probar de sal, pasado éste tiempo dejar diez minutos más a fuego más bajo.
Retirar del fuego, colocar todo el marisco por encima del arroz y tapar con papel de aluminio, dejándolo reposar unos cinco o diez minutos; el vapor que emana el arroz lo absorberá el marisco.
Al destaparlo todo el olor a Galicia inundó “Mi cocina”