A pesar de todos los panes que hago sin gluten nunca se me había ocurrido hacer una focaccia así que en cuanto vi la receta en el blog de nuestra asaltada de este mes, Nati, no me lo pensé dos veces.
Adapté la receta a mi dieta sin gluten y sin azúcar y además decidí ser un poco egoísta e hice una focaccia más pequeña porque esta vez no quise compartirla con nadie, enterita para mi jaja.
Os dejo la receta original de mi compañera, cuyo blog os recomiendo que visitéis porque es simplemente genial: Poesía culinaria. Sabores de Nati.
Y esta es mi adaptación que me supo a gloria.
Ingredientes:
200 gr. premezcla sin gluten
150 ml. agua a temperatura ambiente y un poco más para humedecer la masa una vez formada la focaccia
7,5 gr. levadura seca de panadería
1 cdita. sal fina de mesa
3 cdas. AOVE (Aceite de Oliva Virgen Extra) para la masa y un poco más para pincelar la focaccia
1 cdita. eritritol
Sal gruesa al gusto
Hierbas secas: orégano y eneldo
Tomates cherry
Elaboración:
En un recipiente ponemos el agua, 3 cucharadas de aceite, la sal fina, el eritritol y la mitad de nuestra premezcla sin gluten. Mezclamos ligeramente y añadimos la levadura y el resto de la harina. Amasamos hasta obtener una masa homogénea con la que haremos una bola.
En una bandeja de horno, ponemos un papel vegetal y lo pintamos con un poco de aceite. Ponemos la bola de masa y enaceitamos la superficie. Tapamos con un trapo húmedo y dejamos levar en un lugar sin corrientes de aire durante una hora u hora y media.
Estiramos la masa sobre el papel de horno en el que la teníamos levando con la yema de los dedos procurando que tenga el mismo grosor por todos los lados.
Pintamos con un poco de aceite y espolvoreamos con sal gruesa por encima. Tapamos de nuevo con un trapo húmedo y dejamos reposar otra media hora.
Después de la media hora, hundimos los dedos en la masa para que éstos queden marcados y darle así el toque característico de las focaccias.
Ahora "salpicamos" un poco de agua en forma de lluvia sobre la masa para humedecerla y ayudar a que nuestras hierbas se queden pegadas.
Podéis echarle lo que queráis. En mi caso lo que tenía a mano fue orégano, eneldo y unos tomates cherrys que corté por la mitad pero también queda genial con romero, queso, uvas,... o lo que se os ocurra.
Reposamos la masa una última vez durante 30 minutos y durante este último reposo aprovechamos para ir precalentando el horno a 230º.
Y por fin el último paso es hornear 20 minutos (o hasta que veáis que se está doradita) a 230º (durante los últimos 3 minutos la puse con calor sólo abajo).
La sacáis, la dejáis enfriar sobre una rejilla para que el vapor que emite no haga que se ablande y ya podéis disfrutar de este manjar.
Queda una miga muy esponjosa y una textura crujiente. Es un acompañamiento genial para cualquier comida o cena.
Si hacéis más masa, la podéis congelar e incluso podéis utilizarla como base de pizza.
On egin.