Tiempo aproximado: 1h 30min
7 babàs
Alguien cometió un error. O yo lo hice mal o esta receta es una puta mierda. Fue lo primero que pensé cuando vi el resultado del primer intento de hacer los babás napolitanos. Como pedrolos para tirar a los maderos en una mani de la naval no estaban mal, pero para comer de postre iban un poco pasados de duros.
Encima, como según la receta se ablandan al emborracharlos con el almíbar, ahí estuve yo, como un gilipollas, dejándolos flotar en el mejunje, que por cierto, como no me acordé de añadirle la vainilla, no sabía a nada. Después de media hora sumergiéndolos en el líquido seguían igual que los putos regodones de la playa de Rebolleres.
Las masas y yo nunca nos hemos llevado bien. Ellas me odian a mí y yo… bueno, no es que las odie a ellas, pero me parecen un poco hijas de puta. Así que cuando vi que esto del babá iba de levaduras, tiempos de espera y subidas y bajadas, ya me empecé a cagar en su madre. Pero había que hacerlo. Y de las trochocientasmil recetas que hay en la red alguien me recomendó hacer la de un tolái que te manda amasar hasta que se despegue del recipiente, como si fuera una barra de pan, y esperar tres veces a que suba: una antes de ponerlos en el molde, otra después, y otra en la cocción. Total, que cuando los saco del horno, lo primero que me apetece es pillar el gomero y tirarlos lo más lejos posible para decirle al perro que vaya a buscarlos. Pero paso, no vaya a joderse el pobre bicho los piños.
Unos días después decidimos hacer un segundo intento con una receta con mejor pinta. Y esta vez sí… esta vez acabamos cantando victoria.
INGREDIENTES
Para la masa
125 g de harina
15 g de azúcar
2 huevos
5 g de levadura fresca de panadería
2 cucharadas de agua templada
50 g de mantequilla a temperatura ambiente Para el almíbar
50 ml de ron
Cascara de naranja
Cáscara de limón
225 g de azúcar
1 sobre de azúcar vainallado (8 g)
ELABORACIÓN
Echamos en la Thermomix cinco gramos de levadura fresca y una cucharada sopera de agua y mezclamos. Velocidad 2, 15 segundos. Como es poca cantidad, se queda un poco pegado al fondo, así que vais a tener que ayudaros con la espátula para que la levadura se deshaga bien.
Añadimos 15 gramos de azúcar, dos huevos, una pizca de sal y 125 gramos de harina tamizada. Amasamos durante 45 segundos (Modo espiga).
Añadimos la mantequilla troceada en cuadraditos y a temperatura ambiente. Amasamos 1,5 minutos (Modo espiga).
Con un pincel, o con lo que os parezca, embadurnamos unos cuantos moldes con aceite (de oliva o de girasol) o con mantequilla. Preferentemente que sean de tipo flaneras o de magdalenas profundos, para que al final los babás tengan esa forma de seta que los caracteriza. Después los espolvoreamos bien con harina.
Echamos la masa en los moldes. Rellenamos solo hasta la mitad del molde. A nosotros nos dio para siete. No os preocupéis por que tengan forma de cagada de perro con gastroenteritis. Al subir se moldean y quedan bien guapos. Según la receta tradicional, ahora hay que taparlos y dejarlos subir hasta que doblen su volumen. Yo como estoy hasta los huevos de esperar a que las masas nunca me suban sin saber por qué, no me complico la vida y los meto tapados con un paño al horno a 25 grados. En una media hora duplican su volumen. Hay que vigilar su crecimiento porque pueden pegarse al paño.
Mientras tanto echamos en un cazo medio litro de agua, 225 gramos de azúcar, 50 ml de ron (que perderá todo el alcohol al hervir, así que no os podréis pillar un cieguillo comiendo este dulce), un trozo de cáscara de limón, un trozo de cáscara de naranja y un sobre de azúcar vainillado. Si tenéis vainas de vainilla, echáis media vaina en lugar del sobre de azúcar vainillado y añadís un poco más de azúcar. Lo hervimos durante unos 25 minutos.
Una vez han crecido los babás, los metemos destapados en el horno, previamente precalentado a 200 grados. Hay que vigilarlos bien porque se hacen muy rápido, en unos diez o quince minutos. Comprobamos si están hechos como si se tratase de bizcochos, pinchándolos y sacando limpio el pincho. En caso de que se doren sin estar hechos por dentro, los tapamos con papel albal y continuamos la cocción.
Ya cocidos y con su característica forma de seta los sacamos inmediatamente de los moldes. Sí, ya sé que el molde quema y es chungo maniobrar con la manopla, pero es así. A mí no me preguntéis, que yo no inventé esta movida. Los sacamos y los colocamos sobre una rejilla.
Calentamos el almíbar al fuego, sin hervir, y sumergimos en él los babás hasta que, en más o menos un minuto, se queden bien empapados por todos sus lados. Una vez emborrachados, al apretarlos debe salir líquido, como si fuese una esponja. Ya están a punto para comer. Nosotros los servimos con nata montada (crema de leche). Están buenísimos.
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