Cuatro años y parece que fue ayer cuando recibí aquella primera propuesta que acepté encantada y que nada más terminar esa semana de compartir recetas, visitas a los blogs que participan y buenos momentos le dije que contase conmigo para el siguiente. Y suma sumando aquí llevamos cuatro parrandones en el cuerpo ¡y los que queden! Porque mientras Angélica tenga ganas la cocina de Cuca estará en su parrandón ofreciendo cada año lo mejor que se le ocurra.
Los dos primeros años el Parrandón ha sido de temática libre. Pudimos compartir cualquier receta que considerásemos adecuada para estas fechas. Mis propuestas fueron un bizcocho especiado en 2016 y unos muffins corazón de bombón en 2017.
A partir de 2018 Angélica decidió (muy acertadamente bajo mi humilde opinión) proponer un tema para la receta a compartir. La temática elegida el año pasado fue recetas navideñas de nuestra casa, nuestra familia, nuestro país... y yo tuve clarísimo que era el momento de compartir la receta de los polvorones típicos de mi pueblo.
Este año también tenemos tema. Nos propone viajar por el mundo y que traigamos a nuestras cocinas una receta típica navideña de cualquier país. Lo que en apariencia era sencillo a mí se me complicó.
Me bloqueé y no sabía qué quería preparar. En años anteriores ya había preparado recetas de otros países que me llamaban la atención y aunque parezca extraño no recordaba ninguna que me apeteciera preparar ahora.
Investigué con cierta pereza y como faltaba aún bastante tiempo lo dejé. Cuando creí que había dado con la receta apropiada y había dejado de buscar cayó esta en mis manos y fue un flechazo total.
El nombre, casi impronunciable para mí, no es muy "acojedor" pero aquí el amor es a primera vista, y mucho más al primer mordisco, sin dejar atrás cuando lo hueles o aplastas entre los dedos este brioche tan blandito y esponjoso.
Es una receta típica de Dinamarca en estas fechas, según he investigado la podemos encontrar en cualquier café y se consume bastante en estos días ¡y no me extraña! Está tan rico que a ver quién se resiste a la llamada del olorcito que desprende.
Prepararlo en casa tiene dificultad cero, hay que dedicarle muy poco tiempo y el resultado es espectacular.
La gracia de este brioche está en el glaseado que lo cubre que además le aporta muchísima jugosidad. En un principio puede parecer demasiado, a mi la primera que me hizo dudar, pero os digo que bien merece la pena este exceso.
Total es navidad (o casi) y los mejores recuerdos de estas fechas están por lo general en torno a una mesa. En enero ya nos subimos a la báscula, sacamos los pantalones anchos y ponemos el brócoli en el plato. Además no sé vosotros pero en casa tampoco cometemos tantos excesos porque los días "no señalados" intento hacer comidas más saludables e ir tirando de lo que va sobrando de las cenas y comidas y así vamos equilibrando la balanza.
Y a mí me gusta desayunar bien. Cada vez le doy más importancia a dedicarle tiempo al desayuno y cuando me espera algo rico el madrugón cuesta un poquito menos y se afronta el día de mejor humor.
Ni qué decir tiene que para la merienda es ideal. Si estáis por no contar calorías con un chocolate calentito vais a quedar como reyes y a dar buena cuenta de esta delicia.
Bien es cierto que no necesita nada porque solo está espectacular. Es una de las masas más jugosas y tiernas que he hecho hasta ahora y se conserva perfectamente hasta el final. Como ya os he comentado creo que es gracias al glaseado y a esos agujeritos que se le hacen antes de hornear y glasear que permiten que penetre la mantequilla y el azúcar por todo el brioche.
Una vez dí con la receta estuve investigando y las recetas que encontré no distaban mucho entre sí en cuanto a ingredientes y cantidades pero me sorprendió la discrepancia del tamaño de los moldes usados. Algunos eran muy grandes y se quedaba el brioche muy planito. Yo he usado una fuente de cerámica con un interior de unos 30 centímetros de largo por 20-22 de ancho. Es un poco más pequeña que las fuentes de cristal que todos tenemos en casa para los canelones, pero que podéis usar esas sin problema porque la diferencia en tamaño es mínima
Así queda un brioche alto y esponjoso ¡no veáis cómo crece! Da gusto verlo en el horno. La masa no tardó mucho en levar.
Antes de nacer Lara solía hacer la masa por la noche y dejarla levando, así por la mañana sólo me quedaba volver a amasar, darle forma y esperar el segundo levado. Ahora cuando acabo con ellas y recojo no tengo ganas de hacer más en la cocina (por no hablar que no quiero hacer ruido para que no se despierten que son de sueño liviano) así que amaso el sábado por la mañana, recién levantada, y dejo el bol en la cocina mientras voy preparando comidas para la semana. Con el calorcito que se va generando la masa suele levar bastante bien y puedo hornear lo que me traiga entre manos antes de comer (con mucha suerte) o a primera hora de la tarde y ahí ya entran las prisas por hacer las fotos antes de que se vaya la luz natural, pero esa historia la conocéis tan bien como yo.
Es una lástima que a través de la pantalla no puedan traspasar los olores ni apreciar lo tierno de esta masa. Estoy segura de que caeríais rendidos a sus encantos. Os animo a que la preparéis en casa, es muy fácil, no require mucho tiempo y el resultado es delicioso.
Espero que a mis compañeras de Parrandón les haya gustado mi propuesta. Como ya dije en años anteriores yo soy más de planes de día y compartir un bonito desayuno o una larga merienda navideños me apetece más que andar trasnochando ¡que tengo demasiado sueño acumulado desde que soy mamá!
Participéis o no en el parrandón tengo reservado un trozo para compartir con cada uno de vosotros y os invito a uniros ¡aún estáis a tiempo si os dais prisa!
Ingredientes:
* 250 ml de leche (a poder ser entera)
* 3 huevos
* 75 gramos de mantequilla (yo la he usado light y el resultado ha sido muy bueno)
* 20 gramos de azúcar blanca
* 1 pellizco de sal
* 500 gramos de harina de fuerza
* 1 sobre de levadura seca de panadero (7 gramos)
Para el glaseado
* 100 gramos de mantequilla
* 100 gramos de azúcar moreno
Elaboración:
1. En la cubeta de la panificadora ponemos los ingredientes de la masa en el mismo orden en el que están escritos. Yo he añadido los huevos batidos como para hacer tortilla y la mantequilla derretida en el microondas. Programamos la función amasado (en la mía es de 15 minutos)
2. Cuando termine sacamos la masa la hacemos una bola y la colocamos en un bol amplio pintado con aceite de oliva. Le damos la vuelta para que quede bien impregnada la masa en aceite por todos lados y tapamos con un papel film (tocando la masa pero sin presionar) y a continuación tapamos el bol con un paño limpio y seco.
3. Dejamos en un lugar templado hasta que leve y doble su volumen.
4. Una vez levada, ponemos sobre la mesa de trabajo y amasamos ligeramente durante un par de minutos.
5. Forramos una fuente con papel de hornear (la mía tiene una superficie útil de 19x28) ponemos encima la masa y con ayuda de las manos la vamos estirando para que cubra toda la base de la fuente y quede distribuida de manera uniforme.
6. Tapamos con un paño de cocina y dejamos reposar una hora más o menos. Pasado este tiempo nos impregnamos las manos con aceite y vamos hundiendo los dedos en la masa llegando hasta abajo pero sin romper la masa en la base.
7. Mientras en un bol ponemos la mantequilla y la derretimos en el microondas o al baño maría. Añadimos el azúcar moreno y batimos ligeramente. Vertemos sobre la masa procurando que el glaseado quede bien distribuido.
8. Introducimos en el horno precalentado a 180ºC y horneamos durante unos 30 minutos. Si durante el horneado la superficie se dora mucho podéis taparlo con un papel de aluminio.
9. Dejamos reposar diez minutos dentro del horno con la puerta entreabierta y después sacamos, desmoldamos con ayuda del papel de hornear y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Para conservarlo tan sencillo como envolverlo en film transparente. También podéis volver a colocarlo dentro de la fuente en la que lo habéis horneado, una vez esté completamente frío, y taparlo muy bien con film transparente. Esto fue lo que yo hice y doy fe de que se converva tierno y jugoso como el primer día. Si no recuerdo mal nos duró cinco o seis dias, así que creo que merece mucho la pena preparar este Brunsviger porque no os vais a arrepentir.
Soy consciente de que a veces las masas dan un poco de pereza porque requieren no mucho tiempo, pero sí dedicación "escalonada" y no siempre tenemos el tiempo suficiente para esperar los levados que además son de tiempo indeterminado y depende de las masas y el calor de nuestra casa.
Pero si sacáis un hueco y preparáis este brioche os vais a alegrar y es posible que hasta os animéis a repetir.
Os dejo la imagen de este Parrandón. Angélica es muy perfeccionista y no ha parado hasta dejarla a su gusto, no me diréis que no es preciosa.
Os invito a que os déis una vuelta por los blogs que participan y vayáis cogiendo ideas que llevar a vuestra mesa esta navidad ¡que ha llegado el momento de ponerse manos a la masa! Iréis directamente pinchando sobre la imagen.
Por cierto, la "culpable" de que esta sea la receta elegida fue María José del blog Tapitas y postres que lo compartió en octubre y yo caí plenamente enamorada como os dije al principio de la entrada de hoy. Le dije que se lo iba a copiar ¡y me ha faltado tiempo para hacerlo! Espero que si la ve le guste mi versión.
En cuanto a las crónicas de Elena y Lara poca novedad por el momento. Elena gatea ya con bastante soltura. Últimamente sólo quiere estar en el suelo y la mayor parte de las veces quiere que la tengas en pie aunque no sabe dar un paso aún. Pero así se empieza. La semana pasada ya tuvimos que bajarle la altura del colchón de la cuna porque se engancha a los barrotes y se asoma y va a terminar cayendo de cabeza.
El sábado por la tarde volvimos a la biblioteca. No fue muy del agrado de Elena que no paró de chillar y de estar inquieta. Lara se vino cargada con seis cuentos que a estas alturas ya nos sabemos de memoria lo que pone en cada página.
Este año le hemos regalado un calendario de adviento con figuras de Peppa Pig. Está muy contenta aunque no entiende el sentido del calendario. Quiere que llegue cada mañana para abrir una nueva ventana. A mí me viene de perlas hacerlo por la mañana porque en cuanto se acuerda salta de la cama y no se hace la remolona.
Los días en casa, todos juntos, suelen ser agotadores. Madrugan mucho, no suelen dormir siesta (salvo Elena que tampoco duerme más de una hora) y necesitan atención continuamente y yo además tiempo para las cosas más básicas de casa. Pero ahí voy intentando hacer todo lo que puedo para acabar haciéndolo lo peor posible.
En fin, nada más por hoy. Espero que disfrutéis mucho estos cuatro días y aprovechéis para decorar la casa, como viene siendo tradición en muchos hogares, pasar tiempo en familia y preparar cosas ricas. Vuelvo a insistir en que os déis una vuelta por el parrandón porque os iréis cargados de buenas ideas.
Nos leemos la semana próxima ¡Sed felices!
Manos a la masa y ¡bon appétit!