He de reconocer que no la usaba en “Mi cocina”, ya que la tenía catalogada mentalmente como casquería, hasta que hace algo más de un año la probé y dicen que rectificar es de sabios, no es que yo lo sea, es que realmente ha merecido la pena el descubrimiento: las “KoKotxas” del cerdo.
Las he preparado siguiendo estos pasos:
En una cacerola con un buen chorreón de aceite de oliva virgen dorar las carrilleras, salpimentándolas previamente.
Echar una cebolla y dos dientes de ajo picaditos, morear sin que lleguen a dorar.
Agregar vino blanco (puse un buen fino de Jerez) y dejar que evapore el alcohol unos minutos.
Añadir agua, habiendo diluido una cucharada de concentrado de carne (uso Bovril), hasta cubrir totalmente la carne.
Probar de sal y echar una buena rama de tomillo fresco.
Dejar hervir a fuego lento el tiempo necesario hasta comprobar que la carne está tierna.
Sacar los trozos de carrillada y pasar la salsa por la minipimer, colar bien a fin de que no queden impurezas y volver a poner la salsa en la cacerola junto con la carne.
Diluir una o dos cucharaditas de maicena en un poquito de agua fria y añadirla a la salsa, remover y dejar hervir unos minutos hasta conseguir la consistencia deseada.
Mientras cuece la carne, en una sartén con unas gotas de aceite morear las setas (muy surtidas).
Emplatar la carne junto con las setas, salsear posteriormente.
Lo he acompañado con patatas fritas.
¡¡ Buen provecho !!