Su elaboración no es difícil aunque sí engorrosa y de proceso lento. Aún así, el resultado vale la pena.
Ingredientes:
500 gr. de castañas de calidad.
1 kg. de azúcar y una pizca de sal.
1 litro de agua.
1/2 rama de canela.
cáscara de 1 naranja.
1 vaina de vainilla.
Debemos escoger unas castañas de calidad y buen calibre. Esto es importante, lo primero para que no se rompan en el proceso y lo segundo para que queden vistosas. Hacemos un corte en la parte de arriba de las castañas y las escaldamos en abundante agua con una pizca de sal.
Las vamos pelando con cuidado, ayudándonos de una puntilla y desechando las que se rompan o estén tocadas. Nos quedaremos solo con las que sean perfectas.
Cocemos las castañas a fuego muy lento para impedir que se rompan durante unos 15 minutos, dependiendo del calibre de las castañas. Cuando estén listas, las sacamos del agua y las dejamos enfriar hasta temperatura ambiente.
Preparamos un almíbar con 1 litro de agua y 1 kg. de azúcar y le añadimos la cascara de una naranja (cuidando de no poner la parte blanca), una vaina de vainilla y media ramita de canela. Cuando el almíbar esté listo introducimos en el las castañas y dejamos que se cuezan a fuego lento durante 10 minutos. Separamos la cazuela del fuego y dejamos enfriar.
Al día siguiente volvemos a calentar el almíbar con las castañas. Esta vez solo las dejaremos cocer a fuego lento durante 5 minutos.
Repetiremos este proceso dos o tres días más. Al cabo de este tiempo las castañas están confitadas. Se pueden guardar en un tarro de cristal con el almíbar durante mucho tiempo.
El toque final es el glaseado. Para ello pondremos el almíbar al fuego hasta conseguir que espese mucho. debe tener en caliente una textura densa como la miel.
Vamos introduciendo en el las castañas y ayudándonos con un tenedor las vamos sacando a una superficie lisa. Cuando sequen y se enfríen ya están listas para que las consumamos acompañadas de un café caliente o un buen licor.