Dichas todas las bondades, he de reconocer que yo uso mucho más otras carnes, seguramente por tradición familiar, mi madre no lo usaba demasiado.
Desde el punto de vista "gastronómico", creo que es un reto para el cualquier cocinero, sobre todo para los que somos simples aficinados, ya que, a diferencia de otras carnes, por si solo no tiene demasiado sabor por lo que el éxito del plato depende de como lo cocinemos.
La receta de hoy es muy sencillita, pero de éxito garantizado. En este caso he aromatizado la carne con romero, aunque tambien queda muy bien con cualquiera de las aromáticas, que le dan un gusto que nos recuerda a los campos por los que corren los conejos.
INGREDIENTES.
1 conejo.
3 dientes de ajo.
1 cebolla.
1 pimiento.
1 bote grande de tomate triturado.
Romero
Aceite de oliva virgen extr.
Azucar.
ELABORACIÓN.
Lo primero es aromatizar la carne. Yo lo que hago es el día anterior unto los trozos de conejo con aceite de romero, lo pongo sobre papel film y pongo unas ramitas entre las piezas y a la nevera durante unas 12 hs.
Cortamos los ajitos en rodajas finitas y las doramos en aceite de oliva, una vez doraditos los reservamos. En ese mismo aceite marcamos el conejo dandole vuelta y vuelta e iguamente lo reservamos.
En el aceite previo, ponemos cortado finito la cebolla y el pimiento lo salamos y a fuego bajo dejamos que se haga, cuando este blandito y empieze a transparentar añadimos el tomate triturado, rectificamos el punto de sal y añadimos una cucharadita de azucar para compensar la acidez. Lo dejamos cocer durante unos 20 minutos y cuando este listo añadimos el conejo con el ajo y las ramas de romero y lo dejamos cocer otros 20 minutos hasta que la carne este tierna.
"¿Qué quieres que haga por ti?" San Lucas 18, 39.