Creo que podría contar con los dedos de las manos las veces que he comido auténtico cous cous. Con “auténtico” quiero decir o hecho por alguien que suele cocinarlo habitualmente, como podría una servidora preparar una tortilla de patatas, o en un restaurante especializado.
La primera vez me sorprendió la cantidad de comida que prepararon para las 7-8 personas que estábamos en la mesa. Ahí creo que había pollo, verduras y sémola para el doble de personas perfectamente, pero estaba tan buenísimo que atacamos la bandeja y la terminamos casi toda.
De la última vez ya hace unos meses y fue en un restaurante en Bruselas. Si recordara el nombre lo dejaría por aquí, pero la verdad es que lo encontramos de casualidad y no recuerdo ni el nombre ni dónde estaba ubicado. A ver, era a mediodía, no había bebido, todo bien… que, por cierto, voy a contar la anécdota de cómo fuimos “influencers” por un momento
Era otoño tardío, había casi nevado ligeramente durante la mañana y hacía bastante vientecillo. El tiempo con el que disfruto yo haciendo turismo, ni más ni menos. Llevábamos toda la mañana caminando y ahora estábamos en búsqueda y captura de algún sitio donde comer. En todos los restaurantes donde echamos un vistazo, estaban las mesas llenas o no nos motivaba el menú o ambas cosas. Cuando ya llevábamos un rato así, congelados de narices y ya pensando que acabaríamos en un McDonalds (en estas circunstancias era una opción nada descartable) pasamos por delante de un local de ambientación árabe, bonito, pero que parecía cerrado. Nadie dentro, las luces se veían apagadas… pero, a la desesperada empujamos la puerta a ver si había suerte. ¡Se abrió! y tras correr una cortina, un par de chicos sonrientes nos invitaron a entrar. Pudimos escoger mesa y nos dieron las cartas con unos auténticos platazos de cous cous.
En éstas estábamos, decidiendo qué ibamos a comer, cuando empezamos a ver gente que desde la calle miraba dentro del local e iban entrando. Primero ocuparon otra mesa, luego otra un poco más cercana, la de al lado, la de delante… a los pocos minutos se había llenado el local y había gente que entraban y ya les tenían que decir que estaba completo.
Quiero hacer homenaje, que no se me pase, al fundido neuronal que tuve durante la traducción que le hice de la carta a mi marido (se supone que yo hablo francés):
“¿Cous cous à l’aigneau? ¡Claro que sé lo que es! Es cous cous con pato. Aigneau es pato. Pídelo pídelo, que con pato seguro que estará para chuparse los dedos. ¡Qué rico el pato!”
Y me quedé tan ancha. Cuando le llegó su plato, con un trozo de animal con su correspondiente hueso y ese hueso tenía como 4 cms. de diámetro… ahí ya empezaron a no encajarme las piezas. El pobre no lo veía claro pero ni rechistó. Probamos “el pato”, que no tenía su color característico sino más bien como de … cordero… y bueno ja ja ja un fallo lo tiene cualquiera. Sea como fuere, estaba buenísimo. Ahora ya no se me olvida que pato es canard, no entiendo qué cruce de neuronas hubo en ese momento, producto del frío en el tejado sin duda
Lo que más me gusta del cous cous es la facilidad con la que se puede preparar y lo sano y completo que es. Por eso hoy traigo una versión con pollo y orejones, ya que encaja perfectamente con el tipo de recetas que suelo tener en mi blog.
Cous cous con pollo y orejones
Para 2 personas:
250 grs. de pechuga de pollo
1/2 cebolla morada
400 ml. de caldo de pollo
1/2 cdta. de comino molido
1/4 cdta. de canela en polvo
Una pizca de guindilla seca
4 cucharadas de garbanzos cocidos
8 orejones
1 cdta. de harina de maíz (Maicena)
1 cda de cilantro picado
1 cda. de anacardos picados
150 grs. de cous cous
150 ml. de agua
1/2 cdta. de mantequilla
Cortamos la cebolla en tiras. Cortamos el pollo en dados. La ponemos en una cazuela con el comino, la canela, la guindilla, el pollo, los garbanzos y el caldo de pollo. Lo llevamos a ebullición. Tapamos la cazuela, le bajamos el fuego y lo dejamos 15 minutos a fuego lento.
Añadimos los orejones y lo cocemos 15 minutos más o hasta que el pollo esté tierno.
Diluimos la harina de maíz en un poquito del caldo de cocción del pollo. La añadimos al pollo y lo dejamos cocer un par de minutos, hasta que la salsa adquiera un espesor ligero. Añadimos el cilantro y los anacardos. En este momento podemos rectificar de sal y/o especias al gusto.
Para preparar el cous cous: llevamos el agua a ebullición. Cuando hierva la retiramos del fuego, incorporamos el cous cous y lo dejamos tapado hasta que absorba el agua. Añadimos la mantequilla y lo removemos bien
El emplatado es sencillo: hacemos una base con el cous cous y por encima el pollo cocido con todos sus ingrediente y su salsita.
Se me acaba de antojar intentar reproducir la receta del que nos sirvieron en Bruselas, el de “pato con tamaño, color y sabor a cordero”. Creo que así ya me he chivado de cuál va a ser el próximo que prepare. Si la receta se asemeja y queda tan bien como la que probamos, la subo. Y si alguien conoce Bruselas y cree que puede saber en qué local nos colamos, que lo diga, que me encantaría tener su nombre para cuando volvamos a ir y también para recomendarlo.
¡Hasta pronto!