Estas croquetas son fantásticas, para llevarlas al trabajo, universidad, en el táper para excursiones o escapadas. Incluso si tienes invitados en casa y quieres prepararlas, como aperitivo o primer plato, quedarás de fábula.
Puedes degustarlas tanto calientes, como frías.
Ingredientes (4 personas)
1 lata pequeña de 80 gr de atún en aceite (de girasol o de oliva)
25 gr de pimiento verde
1 cucharada sopera de cebolla rallada
1 cucharada sopera de tomate triturado al natural
2 cucharadas soperas de harina de trigo
1 1/2 vaso de leche
Pimienta negra
Nuez moscada
Sal
1 huevo para rebozarlas
Harina de trigo para rebozarlas
Pan rallado para rebozarlas
Aceite de girasol para freírla
Preparación
Lavaremos y picaremos en trocitos muy pequeños el pimiento, desechando el tallo y las semillas y lo reservaremos.
Pondremos una sartén al fuego con el aceite del atún en conserva, añadiremos el pimiento y dejaremos sofreír. Pasados unos breves minutos, incorporaremos la cebolla, previamente rallada, removeremos y dejaremos que se vaya pochando todo junto.
En este momento, incorporaremos el atún y removeremos para que se integre todo.
Agregaremos el tomate y una pizca de sal, removeremos y dejaremos que se termine de hacer el sofrito.
Incorporaremos las 2 cucharadas de harina, removeremos y dejaremos que se dore durante unos segundos; sin dejar de remover, para que no se formen grumos.
Añadiremos 1 vaso de leche, una pizca de sal, pimienta y nuez moscada.
Iremos removiendo, para que se integren todos los sabores y cuando veamos que se va espesando, añadiremos el resto de la leche.
Seguiremos removiendo, hasta que veamos que se despega de las paredes de la sartén. En este momento, os aconsejamos que probéis el sabor, para saber, si debéis rectificar el punto de sal, en el caso que sea necesario.
La retiraremos el fuego y la masa resultante la dejaremos enfriar en un plato hondo.
Cuando esté fría, con la ayuda de una cuchara de postre, cogeremos porciones de la masa, las pasaremos por harina de trigo, les daremos forma redondeada, después por huevo batido y por último, por pan rallado; así, hasta que terminemos con toda la masa.
Las reservaremos en un plato y las dejaremos reposar durante un par de horas, en la nevera.
Trascurrido este tiempo, pondremos una sartén al fuego con abundante aceite de girasol. Cuando esté caliente, iremos incorporando las bolitas (es mejor hacerlas en pocas cantidades, para evitar que se quemen). Las dejaremos dorar por todos los lados.
En el momento que estén, las retiraremos y las reservaremos en papel absorbente.
¡Espero que os gusten!