La palabra comer se incorporó a nuestra lengua en el año 1140, deriva del latín: comedere.
Es un acto cotidiano indispensable para la supervivencia: aportar los nutrientes necesarios al organismo para poder vivir, alimentar nuestro cuerpo y gratificar nuestros sentidos.
Preparar la comida, aunque algunas veces pueda ser una tortura para algunos (no es mi caso), no es simplemente alimentar a mi familia, es compartir, descubrir gustos, recordar y mantener recetas familiares, sus historias, anécdotas y experiencias que vuelco en “Mi cocina” virtual, para compartir un trozo de mi vida, aunque sea a través de unas lineas, con quienes me visitan. Pienso que la comida, no solo debe ser eso: comida.
Quizás a ello contribuya mi blog, que sin querer poco a poco, se ha convertido pués en parte de mi cocina real, su continuación, una extensión, digamos que el broche final de un trabajo que hago cada dia, y que al realizarlo con cariño, disfrutan quienes degustan mis platos.
Me viene en estos momentos el libro “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel, donde se deja entrever que el secreto más importante en la cocina es la pasión y cocinar para enamorar a los tuyos.
Y no solo se disfruta de la cocina, con platos muy elaborados, tambien con recetas fáciles y rápidas de preparar como estas pechugas de pollo rebozadas, que en unos minutos se puede realizar, especial para aquellos dias que no se tiene mucho tiempo o ganas de estar en la cocina; ideal como aperitivos acompañándolas con cualquier tipo de salsa o con una simple ensalada como en éste caso.
¿Cómo las hice?
Cortar las pechugas de pollo en tiras y salar al gusto.
Pasar por harina, luego por huevo batido y por último por pan rallado.
Freir en una sartén con abundante aceite de oliva bien caliente.
(Aunque personalmente aconsejo freidora)
Rapida y fácilmente obtendrán unas crujientes y deliciosas pechugas de pollo rebozadas.
¡¡ Buen provecho !!