“Mi cocina” por lo tanto, siguiendo sus pasos, siempre estuvo basada en las recetas tradicionales, en los pucheros, potajes y sobre todo en los platos marineros, no había costumbre en mi familia de preparar o hacer repostería, como mucho los clásicos borrachuelos, mantecados o rosquillas propias de la época navideña, o bien los dulces típicos de la tierra.
Siempre, hasta hace muy pocos años, desde que por desgracia mi madre falleció, he tenido la necesidad por motivos profesionales, de tener una persona trabajando en casa a las que enseñé a cocinar: Maribel (cerca de diez años), Mari Angeles (siete años), Antonia (cinco años) y por último Ana (dos años casi); pero ninguna de ellas eran pasteleras, independientemente que su trabajo no solo era la cocina.
He de reconocer que lo poco que he ido aprendiendo ha sido gracias a mis amigas blogueras y por supuesto a mis libros de cocina, algunos de ellos desde hace más de treinta años en mis estanterías y sin poder seguir sus recetas, el principal motivo: falta de tiempo.
Ya me gustaría poder asistir a uno de los talleres de repostería que imparten Paloma y Begoña, la conocerán por su magnifico blog Las recetas de Marichu.... y las mias. Ellas inauguraron hace unos meses en Nerja, en nuestro precioso Balcón de Europa, un taller de cocina, no he podido visitarlas, pero en las fotos se ve precioso, pueden verlo en http://polkadotcookery.blogspot.com , La cocina de lunares.
Desde que las conozco virtualmente admiro no solo sus recetas, sino la presentación y la decoración de sus platos, si tengo que resumirlo con una palabra, sin lugar a dudas es: elegante.
Mientras no tenga tiempo de asistir a sus talleres de reposteria, me he conformado con intentar hacer un pastel de frutas, siguiendo los pasos de uno de mis libros fechados en el año 1988, pero horror, no ponía cantidades, así que la masa no me quedó perfecta en la forma, sí en el sabor, así que aconsejaré la compren en cualquier gran superficie ya preparada.
La crema, al principio me quedó espesa, pero tuvo arreglo, puse más leche.
La mermelada la diluí con demasiada agua la primera vez, la segunda me quedó demasiado espesa, pero pasable.
La fruta, estaba en su punto, menos mal.
Así que tienen varias opciones quienes leen mis recetas, esperar a que yo la aprenda bien, seguir los pasos de estupendos blogs (vean por ejemplo la tarta de manzana, espectacular, de Kanela y limón) que dominan a la perfección éste arte, asistir al taller de Begoña y Paloma ó experimentar como yo, una y otra vez, hasta conseguirlo.
Eso sí, les garantizo que estaba riquísima. Inténtenlo.
Coloqué el hojaldre en el molde engrasado previamente con mantequilla.
Lo metí en el horno previamente calentado (lo puse a 180º C), hasta que estuvo dorado. Lo dejé enfriar.
Mientras preparé la crema, puse leche en una cacerolita con unas gotas de esencia de vainilla.
Mezclé dos yemas de huevo y unos 80 gramos de azucar y lo agregúe a la leche removiendo bien; añadí dos cucharadas soperas de maizena y lo llevé a ebullición.
La dejé enfriar y la coloqué en el hojaldre.
Coloqué la fruta (gajos de mandarina sin piel, plátanos, kiwi y guindas) con cierta estética.
Diluí mermelada de albaricoque en un poquito de agua, la puse a hervir y con una brocha la distribuí por encima de la fruta.
¡¡ Cuánto me queda por aprender !! Pero quedó rico y colorido; lo mejor: las cucharadas que me fui comiendo conforme hacía la crema.
El libro: Gran Enciclopedia de la Cocina, el volumen de Dulces y frutas de Nueva Lente, edición 1988