Por cierto, ¿qué tal lleváis el otoño? A mi de momento me ha regalado una lumbalgia (además de los membrillos) que me ha tenido apartada bastantes días de los fogones. Todavía me duele un poco pero no lo suficiente como para tenerme quieta, así que vuelvo encantada a la batalla para compartir con vosotros lo que más me gusta. ¡Feliz semana!
INGREDIENTES:
1 kg de membrillos (sin pepitas ni piel)
1kg de azúcar blanca
ELABORACIÓN:
1. Una vez limpios los membrillos, los cortamos en cubos y los ponemos a hervir en una cacerola con agua.
2. Cuando estén tiernos (unos 20 minutos, pinchad con una brocheta para comprobar) los escurrimos y los trituramos con ayuda de una batidora o robot de cocina.
3. Ponemos una cacerola al fuego con los membrillos triturados y el azúcar. Cocemos durante treinta minutos a fuego suave, removiendo constantemente para que no se nos pegue. Poco a poco la fruta va perdiendo agua y oscureciéndose, podemos tenerlo más tiempo al fuego, pero ojo, porque si nos pasamos quedará demasiado duro el membrillo.
4. Vertemos el membrillo en el recipiente elegido, os recomiendo un túper con tapa para guardarlo cómodamente en la nevera. Si os apetece desmoldar el membrillo, solo tenéis que poner el túper dentro de una bandeja con agua caliente (como si fuese un baño de maría), con el calor, los bordes se desprenderán fácilmente y podréis darle la vuelta.
¡Buen provecho!
Nos vemos en la siguiente publicación, mientras podéis encontrarme en mi página de Facebook , en Google +, Pinterest e Instagram.