El viaje del emperador

El otro día vi El viaje del emperador (La marche de l’empereur, 2005), un maravilloso documental sobre la apasionante migración que realizan cada año los pingüinos emperadores, cruzando gran parte de la Antártida. La aventura de estos hermosos animales es tan heroica, tan épica, que me emocioné. Estos pingüinos recorren cientos de kilómetros y sobreviven fuera de su hábitat durante meses gracias a una impresionante organización familiar y a una admirable capacidad de trabajo en equipo. Hasta cierto punto sentí envidia de lo civilizados que pueden llegar a ser algunos animales, por desgracia a veces parecen mucho más humanos que nosotros.

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Buscando fotos de pingüinos encontré también preciosas imágenes de los osos polares, maravillosos. Un animal enorme, con una cara de bueno que hace olvidar la fiereza de la que es capaz cuando la necesita. Las imágenes de osos polares con sus crías son incomparables.

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Así que después de pasar unas cuantas horas contemplando tanta belleza del mundo animal, sólo puedo decir una cosa: cargarnos esta maravilla no tiene perdón de Dios.

Porque nos la estamos cargando, de eso no existe duda. De acuerdo, existen cambios naturales a lo largo del ciclo geológico terrestre, el aumento de producción de metano no tiene nada que ver con la intervención humana y nosotros no tuvimos la culpa de la extinción de los dinosaurios. Pero negar la participación del ser humano en el cambio climático es querer mantenerse ciego -por comodidad o por simple ignorancia- ante una evidencia real.

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El agujero de la capa de ozono está ahí. Los hielos de Ártico y Antártico disminuyen y los océanos han aumentado su temperatura. No es un cuento, es una realidad con sólida demostración científica. Y no digo yo que en 100 años vaya a saltar la tierra por los aires -espero- pero si me dicen que los osos polares y los pingüinos desaparecen por nuestra irresponsabilidad, me sentiré muy mal. No yo, que ya no estaré aquí. Pero reconozcamos que sería muy triste que las próximas generaciones no puedan disfrutar el espectáculo de los pingüinos emperadores recorriendo la Antártida porque nosotros no quisimos.

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Si os interesa leer un poco más sobre el tema, podéis hacerlo aquí. No deja de ser paradójico que el mismo país que investiga este desastre se niegue a hacer nada por evitarlo, pero así somos las personas. Desde luego mucho peores que los pingüinos a la hora de trabajar en equipo.

No os perdáis el documental -creo que puede verse incluso en Youtube– veréis como os dan unas ganas inmensas de hacer galletas de pingüinos y osos. Muy pronto os contaré cómo hice las mías, galletas hechas con amor y dedicadas a nuestra -a menudo olvidada- madre naturaleza.

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