Como deja entrever el recetario de este blog, soy un enamorado de la cocina en general, independientemente de su origen, amor sin duda, que nace básicamente del buen comer del que suscribe, pero sobre todo, por el hecho de que mis padres y algunos de mis hermanos (es una larga historia que en otro momento contaré...) hayan residido en Alemania durante muchos años. El haber podido visitar este país unido al hecho de que mis padres son unos grandes cocinillas y que se codeaban tanto laboralmente como en vecindad, no solo con alemanes sino con personas de muchas otras partes, de Europa fundamentalmente, tuvimos acceso en casa a descubrir platos desconocidos hasta la fecha y con unos sabores maravillosos que, por aquél entonces, sin existir la red de hoy en día, hubiera sido impensable degustar. Desde la cocina alemana, italiana, yugoslava, francesa o griega, sin olvidar a los auténticos kebab turcos, a los que caté por vez primera allí en Alemania, antes de la avalancha exportadora y masiva al resto del mundo.
Hace ya un par de años conocí a Hakki, y a través de su blog YemekdeYemek, pude ir descubriendo un tipo de cocina turca muy saludable y una repostería tradicional que hasta entonces, para mí se acababa en los típicos batlavas, dejaba dilucir dulces que parecían sacados de las mil y una noches.De la mano de Hakki ingresé como moderador en una comunidad fotográfíca de gastronomía que él creó, llamada Mutfakgram y que a día de hoy ya cuenta con 180.000 seguidores y casi 10.000 recetas añadidas, no solo de Turquía sino de muchos otros países.
A través de esta comunidad he descubierto auténticas delicias como la que hoy os presento: Elmas kurabiye, que en turco significa "galletas diamante". El nombre le viene a estas galletas porque se rebozan en azúcar granulado que le confieren a la luz un brillo que las hace relucir como gemas. Pero no solo parecen joyas por fuera, tienen una textura suavemente crujiente y un delicioso sabor a cacao que también las hacen, diamantes por dentro.
El detalle del acabado en pico en el chocolate puede hacer referencia a uno de los gorros militares de los Otomanos: un turbante ancho en base, coronado por un casco cónico.
Las he decorado con pistachos, el fruto seco que más se usa en la repostería turca, gracias a que la superficie que se dedica a este cultivo, sitúa a este país como la cuarta productora del mundo.
Esta es la primera de muchas recetas que voy a dedicar a la cocina de Turquía, cocina llena contrastes deliciosos y muy mediterránea como la nuestra y cuyo recetario incluiré en una nueva página de este blog. Espero que la disfrutéis tanto como yo.
Con estas proporciones se confeccionan 20 unidades
125 gr de mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo
65 gr de aceite de sésamo
50 gr de azúcar glas
2 cucharadas de cacao
15 gr de levadura de repostería
8 gr de azúcar avainillado
1 pizca de canela
1 cucharada de coco rallado
380 gr aproximadamente, de harina de repostería
Decoración
150 gr de azúcar avainillado para el rebozado
200 gr de chocolate negro
2 cucharadas soperas de nata (crema de leche) para montar
3 cucharaditas de margarina
100 gr de glaseado espeso de chocolate
150 gr de pistachos tostados y molidos
Romper el huevo en un cuenco grande y hondo. Añadir la mantequilla y el aceite de sésamo. Batir con varillas hasta conseguir una mezcla cremosa.
Incorporar ahora el azúcar glas, el cacao, la levadura y 8 gr de azúcar avainillado. Mezclar muy bien, de nuevo con varillas hasta integrar todos los componentes.
Cernir poco a poco la harina sobre la mezcla anterior y, ya con las manos, ir amasando hasta lograr una masa no demasiado consistente pero que no se pegue a las manos.
Envolver en film plástico y enfriar en el frigorífico durante 1 hora.
Pasado el tiempo marcado, retirar la masa del frigorífico. Quitar el plástico e incorporar el coco rallado. Volver a amasar para integrar bien el coco.
Nos embadurnamos las manos con aceite de sésamo, tomamos porciones de masa del tamaño de una nuez y formamos las bolitas.
Precalentar el horno a 175ºC.
Poner el azúcar avainillado en un plato hondo y rebozar cada bolita en ella. Ir pasándolas a una bandeja de horno recubierta con papel.
Presionar suavemente el dedo índice sobre cada bolita para hacerle un pequeño agujero sin llegar al fondo, donde luego verteremos el chocolate.
Hornear a 175ºC durante 25-30 minutos.
Mientras tanto, poner el chocolate negro troceado, la nata (crema de leche) para montar y la margarina en un cuenco al baño maría hasta que se derrita por completo, removiendo constantemente con una cuchara.
Rellenar con la mezcla de chocolate cada agujero de las galletas. Yo he rellenado las grietas más gruesas formadas durante el horneado.
Decoramos con pistachos molidos.
Yo tenía en casa un sobre de glaseado de chocolate de los que vienen en pasta dura y fue con lo que hice el remate final, pero si no, se prepara un glaseado espeso casro, aprovechando el resto del chocolate derretido o bien añadiendo 70 gr más. Una vez derretido, ir añadiendo azúcar glas hasta espesarlo de manera que forme "picos".
Decorar con el glaseado de chocolate formando un pico centrado sobre la galleta y cubrir con pistachos molidos antes de que seque del todo.
Se conservan perfectamente en latas metálicas durante días.