Pasear por el casco antiguo cordobés supone descubrir un bello entramado de callejuelas, plazas y patios encalados ordenados en torno a la Mezquita-Catedral, reflejo de la importancia de la urbe en época medieval y auténtico símbolo de la capital. Durante este mes de Mayo, Córdoba está que no para un solo instante encadenando y simultaneando Las Cruces, Los Patios y su espléndida Feria, todo un devenir de fiestas en un marco realmente bello y embriagador.
Córdoba tiene una rica y variada gastronomía con profundas raíces históricas, pero a mi parecer dos platos son su seña de identidad: el salmorejo (ver receta) y la que hoy nos ocupa, el flamenquín.
Esta receta ha querido ser fiel a la tradición cordobesa de su elaboración, aunque como ocurre con todos los platos, variaciones tiene pa"aburrir. Y en este culto por lo auténtico vamos a elaborar el flamenquín cordobés de verdad, con carne y con jamón serrano del bueno; ¿quién no ha tenido el disgusto de probar esos flamenquines de ¿carne? picada que circulan por nuestros bares ¿y los de jamón de york y queso fundido que mancillan el buen nombre de esta tapa?
Otra particularidad del genuino flamenquín cordobés es su tamaño que suele rondar los 26-28 cms de longitud, ahí es ná, así que apañaros una buena sartén para poder freírlos sin dificultad y acompañarlos con unas patatas fritas y ensalada. A mi es un plato que me fascina y que resulta de lo más completo.
4 filetes finos (500 gr aprox.) de lomo de cerdo
1 pimiento verde grande
120 gr de jamón serrano loncheado
1 huevos cocido
Pan rallado
2 huevos batidos
Pimienta negra
Sal
Aceite de oliva
Quitar las semillas al pimiento verde, lavarlo, laminarlo en 4 partes y freír en abundante aceite de oliva. Retiramos a un plato con papel absorbente.
Sobre una tabla de madera, extender uno a uno los filetes de lomo y darles unos golpes con un rodillo o majador. Salpimentar.
Sobre cada filete disponer sucesivamente, una loncha de jamón,una lámina de pimiento frito y el huevo cocido cortado en láminas.
Enrollar el filete de lomo sobre sí, apretando al mismo tiempo que doblamos.
Batir los 2 huevos. Pasar los flamenquines primero por el huevo batido y acto seguido por el pan rallado. Repetir esta operación por dos veces para que queden más crujientes.
Freír en el mismo aceite donde antes doramos el pimiento, a fuego medio para que se haga bien por dentro, durante 4-5 minutos, sin que lleguen a dorarse en exceso.
Pues venga, solo queda freír unas patatas, aliñar una ensalada y disfrutar de un plato único en sabor y consistencia. Recomendable esperar al menos 1 hora antes de echarnos una estupenda siesta como recogen igualmente, los cánones de sobremesa.