El emperador es ese pescado que parece pollo, o por lo menos a mi me lo parecía de niña y por eso era el único que tragaba.
Si tenéis niños y odian el pescado, tiraros al emperador ( ésto igual suena un poco mal, jajaja y además deben quedar muy pocos emperadores en el mundo disponibles). No tiene espinas, que eso cuenta mucho y se puede encontrar fresco y congelado. El fresco es mucho mejor para hacerlo a la plancha, pero hoy lo hago con una salsita de tomate y el congelado nos va a servir perfectamente.
Ya sabéis que este pescado azúl no está recomendado para las embarazadas por su alto índice de mercurio. Eso es debido a las dimensiones del pez, que puede llegar a pesar sus 250 kg y como el mercurio se acumula en los pescados azúles, cuanto más grandes, más mercurio. Así que un consejo a las embarazadas: una tapita de boquerones o unas sardinitas en aceite, mucho mejor, que hay que cuidarse.
Ingredientes:
- 4 rodajas de emperador ( yo congelado)
- 3 dientes de ajo
- perejil picado (1 ramita grande)
- 5 o 6 hojas de albahaca
- tomate triturado (1 lata mediana de 400 gr.)
- sal y azúcar
- pimienta negra
- aceite de oliva virgen extra
- imprescindible una barra de pan.
Elaboración:
En una cazuela con aceite de oliva sofreímos los ajos enteros y cuando estén dorados los retiramos, solo buscamos que le den el sabor al aceite.
En el mismo aceite sofreímos el perejil picado y la albahaca también picada durante un minuto y enseguida echamos el tomate, sal y azúcar (yo le pongo casi la misma cantidad), y dejamos que se haga a fuego lento durante 15-20 minutos. Tapamos la cazuela porque ya sabemos que el tomate salpica un montón.
Sazonamos el pescado con sal y pimienta negra molida y lo ponemos en la cazuela con el tomate. En unos 15 minutos se hará, pero a la mitad de tiempo les damos la vuelta.
¡Hasta mañana!