INGREDIENTES (4 personas)150 grs de quinoa
1 aguacate
1/2 pimiento amarillo
1/2 pimiento rojo
1 cebolleta
8 tomatitos cherry
1/2 pepino
Agua para cocer
Un puñado de nueces
Para el aliño
1 limón
4-5 cdas de aceite de Oliva Virgen Extra
1/2 cucharadita de cúrcuma
Semillas de lino
Cilantro fresco picado
Sal y pimienta
Tiempo: 20 minutos
Película comparada: "Náufrago"
Llega el calor y con él, el asfixiante sol azuzándonos sin contemplaciones. Es tiempo de ensaladas, el cuerpo las pide y nosotros tenemos que obedecer. Y si además le añadimos el componente de sano, mejor que mejor. La quinoa es un pseudocereal sin gluten muy completo lleno de vitaminas, hierro, magnesio y fibra. Complementada con verduras frescas y crudas (altamente recomendables para la dieta diaria) convierten una simple ensalada en todo un arsenal de beneficios para el cuerpo. Nosotros la decoramos para la vista... el resto lo hace la materia prima. ¡Mandiles arriba!
Con esta receta participo en el Reto de Junio 2015 de Cocineros de Mundo en el apartado de Salado
La quinoa
Ponemos una cazuela con 500 ml de agua a hervir. Vertemos la quinoa y cocemos durante 15 min. La quinoa tiene que absorber todo el líquido y quedar suelta.
Verduras
Lavamos bien y vamos a ir troceando todas las verduras en brunoise. Salvo los tomatitos cherry, que cortaremos en gajitos. Y partimos ligeramente las nueces con las manos.
NOTA: En cuanto troceemos el aguacate lo pondremos en un bol con un chorrito de zumo de limón para evitar que se oxide. De todas formas recomiendo que uséis el aguacate en último lugar y así evitéis que coja un mal color.
El aliño
Mezclamos todos los ingredientes y removemos bien para emulsionarlos. Probamos y corregimos al gusto de nuestro paladar... como siempre. Vosotros mandáis sobre el alimento.
Servimos en un plato hondo la quinoa con las verduras frescas y crudas bien mezcladas. Colocamos encima aguacate troceado en láminas (para que destaque su protagonismo) y regamos con un chorro generoso de aliño. Un plato ligero, fácil, sanísimo y lleno de sabor. Y es que a veces... menos es más. ¡Que aproveche, hitchcookianos!Película ideal para degustar este plato
CAST AWAY
("Náufrago" de Robert Zemeckis, 2000)
Verduras, un aliño y quinoa. Mínimos elementos para sacar un plato completo. O si se prefiere, pocos personajes para englobar todo un largometraje.
La idea de una receta tan simple en apariencia pero cargada de matices y de alimentos en crudo (casi todos), debía tener un reflejo cinematográfico que nos llevara a eso mismo: una película sencilla de envoltura, que nos hable de supervivencia y que encierre en sus imágenes una historia de alto calado.
La mente chiflada de este escribiente se ha ido enseguida a "Náufrago". A bote pronto cumple con creces todos los requisitos. Es una obra arriesgada, metafórica y llena de elementos mínimos que hacen grande todo el conjunto.
Robert Zemeckis (el alumno aventajado de Spielberg allá en los 80) ha sido siempre un artesano del cine que supo sacar cintas entretenidas (algunas obras maestras) de cualquier género. Aventuras: "Tras el corazón verde". Animación: "¿Quién engañó a Robert Rabbit?" Ciencia ficción: "Regreso al futuro" Drama: "El vuelo" Falsas biografías: "Forrest Gump". En este ejercicio técnico e interpretativo que supone "Náufrago" se propuso confeccionar una cinta plagada de riesgos: un único personaje (o casi) asolado en una isla durante años tras un accidente aéreo (estupenda secuencia, todo sea dicho), y cuya única compañía es su mente... materializada en un balón Wilson.
Es cierto que el gran peso de la odisea recae en las virtudes interpretativas de un Tom Hanks espléndido. Su metamorfosis (tanto física como psicológica) supone un hallazgo en el mundo actoral. Pocas personalidades son capaces de soportar más de dos horas en plano y llevarnos por su viaje metafísico de forma amena e interesante. Somos testigos de un descenso a los infiernos, de una lucha por sobrevivir, de los pasos por la cuerda de locura y finalmente de su rebelión contra su destino. "Náufrago" es un ejercicio magistral del dominio de un director sobre el tempo narrativo, el tono y de cómo se puede transformar un "blockbuster" en toda una obra artística y clásica.
Nuestra receta coge a ese personaje-aguacate y lo transforma en protagonista de una odisea culinaria. Hanks empezaba la película siendo un empleado meticuloso de correos cuya vida se regía por el tiempo (o la falta del mismo). Vivía acelerado, parapetado en una corteza dura ante sus trabajadores. El aguacate muestra esa capa de dureza inicialmente, pero tendrá que "abrirse al mundo" y hacer lo imposible para "no oxidarse"... El limón (asemejado al personaje inanimado de Wilson) le mantendrá dentro de los límites de la cordura.
Las verduras crudas (pepino, pimiento, cebolleta...) se nos antojan como elementos de la isla perdida en la que cae. Materia prima básica, que tiene a bien otorgar la Madre Naturaleza para mantener con vida al náufrago. Alimentos no cocinados, como recién extraídos de la tierra, que simbolizan la fuente de alimentación de un hombre perdido en un mundo sin recursos.
Pero por suerte logra hacer fuego (genial metáfora de la vuelta a los inicios humanos) y con ello puede cocinar... ya puestos, quinoa. Con agua salada, como la que le provee el océano. La quinoa, en sí misma, también se puede ver como su camino vital. Inicialmente es alguien duro, que no se consigue amoldar a su nueva condición. Tras el paso de los años (o del hervor de la olla) se ve obligado a reblandecerse, a mutar, a adaptarse.
Y de esa forma se mezcla por fin con el paisaje que le ha acogido (las verduras). Surge así su rebelión contar las fuerzas de la naturaleza y su sana (como la receta) voluntad de escapar. Montado en su barcaza casera (o plato hondo) surca y sortea las embestidas del mar-aliño para conseguir ser rescatado. O bien por un barco... o por un tenedor. El destino es su hogar. Y como cualquier receta que se tercie, su vuelta a casa... es nuestro paladar. A fin de cuentas son náufragos en un plato.