Este plato es muy sencillo y una forma de comer "verde-disfrazado", para aquellos a los que no les guste mucho. Lo puedes presentar en pequeñas cazuelitas, poner queso rallado por encima, gratinar y ¡a comer! Es un plato apañado y versátil: puedes utilizarlo como cubierta para una pizza o como relleno para unas empanadas. Hummm, me está entrando antojo; un día las hago.
La salsa bechamel la puedes ver en el blog hace... ufff, muchas entradas!!! Y es que la bechamel es una buena compañera en la cocina, te resuelve cualquier plato, o casi cualquiera, rápidamente. Por lo menos para mí. Y es que la bechamel me lleva a la infacia, cuando mi abuela, después de hacer la mejor bechamel del mundo, me pasaba el cazo para que metiera el dedo y rebañara todo. Y lo dejaba brillante!!! Es que moría por la bechamel. Muero por las croquetas, las adoro.
Ingredientes:
250 gr de espinacas congeladas.
1 diente de ajo.
4 cucharadas de aceite de oliva.
4 cucharadas de harina.
300 ml de leche.
Sal, pimienta y nuez moscada.
Queso parmesano rallado
Preparación:
Ponemos el aceite a calentar en una sartén grande a fuego medio. Añadimos el ajo laminado y, cuando tomen un poco de color (amarillo), añadimos las espinacas y rehogamos bien, durante unos minutos.
Bajamos el fuego y espolvoreamos la harina sobre las espinacas cucharada a cucharada. Removemos bien con una cuchara de madera durante dos minutos.
Añadimos la sal, la pimienta negra molida y la nuez moscada al gusto.
Añadimos poco a poco la leche, removiendo constantemente para que no salgan grumos durante unos 10 minutos. Tendrá que quedar ligeramente espesa.
Disponemos las espinacas en cazuelizas resistentes al horno o, si no tienes, una grande. Gratinamos a 180ºC durante 10 minutos más o hasta que el queso esté dorado.