A título personal considero que la gastronomía típica de estas fechas es la más rica y también la más variada así como la que mejor aguanta el paso de los años regresando cada Cuaresma a nuestras mesas.
La repostería tradicional es también de las más ricas en lo que respecta a variedad y a sabor. Y también de las más calóricas ya que la mayoría son dulces de sartén.
Los que lleváis un tiempo en mi cocina sabéis de mi respeto por la repostería frita, pero hay que ir perdiendo los miedos poco a poco y como broche a las recetas típicas de estos días hoy traigo estas flores que llevaban en mis pendientes desde que abrí el blog allá por 2014.
Por si alguien no lo sabe mi abuela era la reina de la repostería de sartén y aquí la nieta no le llega ni a la suela de los zapatos.
Ella hacía sus dulces a cabeza, con medidas, como han pasado las recetas de generación en generación durante cientos de años.
No necesitaba anotarlas. Es más, no sabía escribir, a lo sumo leer cuatro palabras sencillas, reconocer los números para llamar por teléfono... ni falta que le hacía para reinar en la cocina.
La recuerdo frente a la sartén al fuego, muy concentrada, en lo que me parecían tardes de horas eternas dando forma, friendo y rebozando dulce tras dulce.
Su especialidad era lo que ella llamaba borrachuelos, un dulce muy similar a los pestiños, receta que se fue con ella. Lo más similar que hemos encontrado hasta el momento son estos pestiños de la abuela que publiqué hace muchos años.
A estas alturas he asimilado que por muchas recetas que probemos nunca vamos a ser capaces de encontrar la suya porque esos dulces que hacía tienen un sabor en nuestro recuerdo que jamás vamos a encontrar en nada que no saliera de sus manos y su sartén.
Siempre digo que mi abuela fue una maestra silenciosa, de esas que te inculcan algo sin que te des cuenta.
Nada mejor que enseñar con el ejemplo y yo siempre la recuerdo hacendosa. Si no estaba metida en la cocina la encontraba frente a su máquina de coser (una Singer con pedal y rueda, enorme, con la que me encantaba perforar papeles desde que era una enana como lo es ahora Lara o incluso quizá desde antes)
Ella nunca dijo "ven a mi lado y aprende" Ella hacía en silencio, yo la miré mil y una tardes y así se sembró una semilla en mi interior que brotó el paso de los años.
Con semejante maestra como para no tener respeto por la repostería de sartén.
Pero una cosa es el respeto y otra el miedo.
La repostería frita es complicada. Requiere de maña, paciencia y tiempo.
Pero si lo pensamos fríamente es cuestión de ensayo y error.
Cuando de dulces de sartén se trata el primero te sale mal, el segundo regular y con el tercero has pillado el truco del grosor, la forma, la temperatura del aceite, cuántos eres capaz de manejar a la vez en tu sartén.
Ergo necesitas paciencia (y la mía es algo excasa)
Y tiempo, porque no es como meter un bizcocho en el horno e irte a otra cosa.
Aquí hay que estar al pie del fuego.
Y la cocina se pringa.
Mucho.
Muchísimo.
Cuando terminas entre el aceite que salta y el azúcar que se derrama rebozado tras rebozado te plantes si te trae más a cuenta fregar la cocina o prenderle fuego.
Y merece la pena (fregar, no prender fuego, y el tiempo dedicado)
Mucho.
Muchísimo.
Siempre y cuando no te subas a la báscula después del atracón de repostería de Cuaresma (más el resto de platos típicos semanasanteros), porque el único pero de esta repostería (además del tiempo, la maña y la limpieza) es el tema calórico. Pero hoy no hemos venido a contar calorías. Hoy toca el atracón y ya mañana el llanto.
La primera vez que yo vi estas flores estaba en la universidad. Tendría yo unos tiernos 20 o 21 años cuando un domingo por la noche se presentó una compañera de piso con una bolsa con varias de estas flores que nos traía de la romería de su pueblo.
Más contenta que unas pascuas.
Como si fuera la cosa más rica del mundo.
Y ahí nos tienes al resto el lunes por la noche deseando atacarlas. Las expectativas no eran para menos.
Pero a mí me parecieron la cosa más sosa del mundo. Y allí todas a dos carrillos como si el mundo se fuera a terminar y hubiera que darse el último atracón.
Evidentemente no dije nada. Pero no volví a interesarme por las flores fritas.
Pasó el tiempo, llegué a la blogosfera y estas flores comenzaron a aparecer por Carnaval y por Cuaresma.
La curiosidad llamó a mi puerta. Si tanta bloguera estaba encantada con estas flores igual es que las que yo probé eran las peor hechas del mundo, por no hablar que donde esté algo hecho en casa se puede quitar (casi) todo lo que compremos en la calle.
Y estando embarazada de Lara me topé con los moldes para hacer las flores y me tuve que llevar uno a casa sí o sí.
Aquello fue en septiembre de 2015 y tuvo que llegar una pandemia que nos encerrara en casa para que yo desempolvara el molde (más bien Elena que lo esgrimía aquella tarde a modo de florín haciéndome temer cada vez que lo golpeaba contra el suelo que iba a quedarme sin él antes siquiera de haberlo estrenado) y me lanzara a preparar en casa flores fritas.
Estuve mirando muchas recetas. Como buena receta tradicional en cada casa las hacen a su manera, dándoles su toque y no sabía por cuál decidirme.
Tenía claro que quería unas flores crujientes y acabé optando por la receta que menos huevos llevaba (cuantos más huevos más hojaldrada sale la masa) y curiosamente no recuerdo de dónde la saqué (mi memoria me ha traicionado y cuando he ido al blog del que creía que la había sacado para enlazarla me he encontrado con una receta completamente distinta a la mía) Así que si alguien la reconoce como suya le agradecería que me lo dijera para citar la fuente.
Mi ojo fue brutal. Quedan unas flores espectaculares ¡y muy crujientes!
Nada que ver con aquellas flores que tanto prometían y tanto me decepcionaron.
En casa triunfaron. Ahí estaban mis niñas correteando, ajenas al drama que se vivía fuera, y yo con el corazón en un puño porque me da miedo que alboroten en la cocina cuando hay una sartén con aceite al fuego.
A la mínima que me descuidaba salían pitando con una flor en la mano. Elena, que por aquellos días se estaba soltando a andar salía todo lo rápido que podía detrás de Lara que era la única que alcanzaba a la bandeja con flores que tenía en la encimera.
Acabamos con azúcar hasta en los dormitorios. Pero nada que no solucionara una pasada del cepillo después de acabar de freír flores y dejarlas a buen recaudo de manos furtivas.
Sin lugar a dudas fue una tarde entretenida para todos en medio de aquellos días con su pátina gris y cargados de miedo.
A la mañana siguiente me presenté con flores fritas en la oficina y gustaron muchísimo también por lo que la receta quedó testada y aprobada por una aplastante mayoría absoluta.
He aguardado pacientemente un largo año para compartirla con vosotros en el blog y muy a pesar de nuestros deseos la situación es igual o peor que aquellos días.
Pero tenemos que hacer que la vida siga rodando hasta ver la luz al final de este túnel que se las promete más largo de lo que jamás nadie pudo llegar a pensar ni en la peor de sus pesadillas.
Hacer flores fritas no es más fácil ni más difícil que cualquier otro dulce de sartén.
Requiere de paciencia y de seguir unos sencillos consejos que os explico con pelos y señales en el paso a paso.
La primera no saldrá la más bonita del mundo. Igual se quema o igual la sacas antes de tiempo por miedo a que se dore en exceso. Os aseguro que la masa habla por sí sola y veréis cuándo está a punto ¡lo dirá su colorcito dorado!
Y en todo caso, como bien os dije antes esto es cuestión de prueba y error. Haces la primera, la pruebas y ya ves si necesita más o menos tiempo en el aceite.
A la tercera le habrás pillado el punto seguro.
Os confesaré una cosa, nos gustaron tanto que me vine arriba y una semana después decidí cambiar la receta siguiendo uno de mis impulsos, pero esas flores siguen aguardando una nueva Cuaresma para hacer su aparición en mi rinconcito.
Sólo os diré una cosa, la receta que os traigo hoy es absolutamente perfecta tal y como está si os gustan los dulces crujientes que es para mí la esencia de este postre.
En resumen, que si las hacéis vais a triunfar.
Por cierto, el molde se encuentra en cualquier ferretería, incluso en Amazon. El mío es de IBILI y me costó unos 6 euros. Una inversión pequeña y va perfectamente. ¿Qué queréis que os diga? Yo pensaba que se iban a pegar pero nada más lejos de la realidad.
Así que mi consejo es que lo compréis de buena marca (no vayáis al chino) porque el precio es asequible y a buen seguro os ahorráis algún que otro disgusto. Además que resistiera a las embestidas contra el suelo de Elena ya dice mucho en su favor. Y vaya por delante que no me llevo comisión de la marca.
Hoy me he extendido, pero es que cuando me pongo a hablar de repostería de sartén los recuerdos fluyen y la letanía me sale sola.
Espero no haberos aburrido y que al menos algún que otro de los que pasáis por mi cocina virtual hayáis llegado hasta esta parte para compartir unas flores fritas ¿Quién se apunta?
Por cierto si alguien busca más recetas típicas de Semana Santa en este recopilatorio que publiqué el año pasado hay para todos los gustos y niveles de maña en la cocina ¡Inspiración no os va a faltar!
Y ahora sí que sí vamos con la receta. Después del paso a paso os dejo una letanía de consejos que os recomiendo encarecidamente que leáis ya que en ellos está la clave (o al menos fueron mi clave) para que las flores salieran perfectas.
Ingredientes:
* 300 gramos de leche entera
* 50 ml de anís (dulce o seco según gustos)
* 1 huevo
* 1 pellizco de sal
* 175 gramos de harina
* Azúcar y canela para rebozar
* Aceite de oliva Virgen Extra para freir (o con el que tengas costumbre)
Elaboración:
1. Ponemos la leche, el anís, el huevo y la harina en el vaso o la jarra de la batidora y los batimos hasta obtener una mezcla lisa y sin grumos.
2. En una sartén ponemos aceite e introducimos el molde metálico que debe quedar cubierto casi hasta el borde superior de la flor por el aceite. La ponemos a calentar.
3. Mientras en un bol amplio ponemos azúcar y canela al gusto y mezclamos. Reservamos.
4. Preparamos una bandeja y la cubrimos con papel absorvente. Reservamos.
5. Cuando el aceite esté caliente sacamos el molde metálico y lo intrudimos en el bol de la masa sin llegar hasta arriba porque la masa se agarraría al borde superior y no se soltaría. Vamos a escuchar un crepitar que es la masa haciéndose alrededor del metal por el calor.
6. Sacamos el molde del bol de la masa y lo introducimos en la sartén. Pasados unos segundos la flor se desprenderá sola y si no podemos agitar el molde suavemente arriba y abajo y se soltará. Dejamos el molde dentro de la sartén para que se caliente para hacer la siguiente flor.
7. Le damos la vuelta para que se haga por ambos lados, y cuando la saquemos la dejamos sobre papel de cocina para absorver el exceso de aceite.
8. A continuación la pasamos por la mezcla de azúcar y canela.
9. Así hasta acabar con toda la masa.
Consejos y cositas a tener en cuenta:
1. La mezcla debemos tenerla en un bol que no sea muy ancho. Lo ideal es hacerla en el vaso de la batidora o pasarla a una jarra alta y estrecha. Necesitamos que nuestra masa tenga "altura" para que llegue lo más arriba posible del molde. Si el bol es ancho, la masa tiene poca profundidad y saldrían flores muy bajitas. (Al final salen así porque las haces para aprovechar al máximo la masa)
2. Se puede hacer a mano con una varilla perfectamente pero si la pasas por la batidora quedará perfecta.
3. No necesitas una sartén muy grande. Si haces las flores sola no podrás tener más de dos, con mucha suerte, en la sartén a la vez, así que mejor una pequeñita que necesitamos aceite para cubrir casi el molde por completo y en una grande supone bastante cantidad de aceite.
4. Cuando se sumerje el molde en el aceite caliente con la masa el aceite sube y sale por los agujeros así que te aconsejo que lo intruduzcas en el centro de la sartén para que no se desborde el aceite por los lados y acabes con la placa de inducción hecha un asco.
5. Te aconsejo que lo hagas con un fuego medio/alto para que la masa al entrar en el aceite caliente se haga, abra y se suelte. Yo he puesto un 7 en mi placa que llega hasta el 9
6. El aceite se queda bastante limpio, puedes colarlo y guardarlo en un bote para hacer más flores, pestiños, torrijas...
7. Con estas cantidades da para unas 25 flores. A mí me salieron 29 (y una segunda fallida) pero las últimas eran bastante bajitas en comparación con las primeras.
8. El único truco que tiene esta receta y que si lo sigues el buen resultado está garantizado es tener siempre, siempre, siempre el molde dentro del aceite caliente y sólo sacarlo para introducirlo en la masa y una vez suelta la flor en la sartén el molde dentro, vacío, a su lado.
9. No intentes soltar una flor en la sartén y de inmediato volver a introducir el molde en la masa para hacer otra que la masa no se agarra pero ensucia el molde. Lo sé por experiencia propia, siempre un rato en el aceite caliente antes de ir a por más masa.
En algunos blogs había leído que si el molde es nuevo es complicado que se suelte la masa. Que hay que "curarlo" a base de hacer flores fallidas para que se suelte con facilidad.
No voy yo a negar lo que otras compañeras digan, pero os aseguro que el mío era nuevecito a estrenar y la única flor fallida fue la segunda por lista y querer hacer flores como churros sin dejar el molde en el aceite para volver a calentarlo entre una y otra.
Siempre había pensado que esta receta era complicada y tuve el molde guardado en un cajón desde septiembre de 2015 hasta abril de 2020 por el respeto que me daba.
Ahora entiendo que una cosa es respeto y otra miedo. Que no por novata una receta, si se siguen los consejos adecuados, va a salir mal. Aquí tenéis la muestra de mis primeras flores ¡tremendamente crujientes y muy adictivas!
Las flores se conservan perfectamente en táperes o latas que cierren bien. Al menos en casa se mantuvieron crujientes hasta el último día (que no fueron muchas porque triunfaron, la verdad)
Espero que os animéis con ellas, de verdad que no son tan complicadas como pueda parecer. A mí me ha dado rabia haber tardado tanto en hacerlas, la verdad.
Me despido hasta después de Semana Santa. Evidentemente no vamos a hacer nada especial, seguiremos confinados en casa los días festivos y cruzaremos los dedos para no llevarnos demasiados sustos en el colegio y la guardería a la vuelta, pero a pesar de todo el jueves próximo estaré enredando con mis peques y no pendiente del blog.
Pero a la vuelta os espero a todos ¿eh? Mientras tanto sed felices y manteneos sanos ¡que es lo más importante en estos tiempos!
Manos a la masa y ¡bon appétit!