Hacía tiempo que no me metía en la cocina a trastear un poquito. Este año está siendo muy raro para tod@s. Nos encontramos en una situación sin precedentes de la que por desgracia aún falta mucho para salir sobre todo si no nos mentalizamos de que tenemos que hacerlo unid@s y que no vale que un@s se sacrifiquen a costa de su salud y economía y otr@s se dediquen a ignorar las medidas sanitarias para controlar esta pandemia.
Tenemos que darnos cuenta de que o remamos tod@s en la misma dirección o nos hundimos.
Somos much@s los que desgraciadamente hemos perdido a gente durante estos difíciles meses, yo en concreto he perdido a mi abuelo no como víctima de la Covid-19 pero como consecuencia de ella no hemos podido despedirnos de él y aunque al menos me queda el consuelo de que nos dejaran desplazarnos para poder enterrarle no dejo de pensar en que murió sin la compañía de su familia, de la misma forma que pienso constantemente en las víctimas de este maldito virus que también han muerto en soledad acompañados en el mejor de los casos de alguno de los valientes sanitarios que han estado dándolo todo al pie del cañón arriesgando sus vidas y las de sus familias para cuidarnos a tod@s.
Este es mi último post hasta después de verano, todos los años hago una pausa en estos meses pero éste en especial lo necesito, porque no doy para más.
Sé que no es gran cosa pero la receta de hoy va dedicada a la persona que me ha guiado siempre y que allá donde esté lo seguirá haciendo, al hombre más íntegro, noble y sabio que he conocido, a aquel que me enseñó a amar la lectura y la historia a través de sus propias vivencias. Y también va dedicado, desde la humildad y el agradecimiento más profundo a todas aquellas personas que han colaborado de la manera que sea, poco o mucho salvando vidas y a los familiares de aquellos que tristemente han perdido la batalla. Espero que si hacéis esta receta, el disfrutar de este simple helado signifique un momento de paz, de tranquilidad, de saber que habéis hecho lo que habéis podido, lo que os han dejado con los medios que teníais, de saber que los vuestros aunque ya no estén han estado bien cuidados y que los recordéis aunque con dolor también con una sonrisa, porque se han ido luchando.
Perdonarme el tostón que os he soltado pero necesitaba hacerlo y éste me parecía el mejor lugar para "confesarme".
Y ahora si que si, os cuento lo que lleva este delicioso helado de café: 150 gr. de queso untable de soja, 400 ml. de leche de almendras (o cualquier otra leche vegetal que no le aporte mucho sabor, por ejemplo la de arroz también sería perfecta), 2 cditas. de almidón de maíz, 10 gr. de café soluble descafeinado y 15 ml. de edulcorante líquido.
El queso untable de soja no lo compré (que podéis comprarlo, pero si lo hacéis coger uno con sabor neutro, no vayáis a coger uno a las finas hierbas porque la liamos jeje), lo hice yo misma poniendo a desuerar 3 yogures de 125 ml. cada uno durante 48 horas en la nevera. El proceso ya lo hice en otra receta, os dejo el enlace aquí
Lo único que tenéis que cambiar respecto a esa receta es que no tenéis que añadirle nada al queso, ni azúcar, ni sal ni ninguna especia. Tal y como nos queda, con una textura cremosa es como lo vamos a utilizar.
Una vez aclarado esto, cogemos un bol y ponemos nuestro queso, añadimos la leche, el almidón de maíz que ayudará a espesar la mezcla y darle más cremosidad y el edulcorante junto con el café soluble y con una varilla manual mezclamos vigorosamente hasta obtener una mezcla suave y homogénea.
El siguiente paso es verter esta mezcla en un recipiente de plástico con tapa y meter al congelador.
Como veis en la foto el helado tiene una textura cremosa sin cristales de hielo. ¿Cómo se hace? Fácil. A la hora más o menos de haber metido el helado a congelar, lo sacamos y con una batidora potente o en su defecto una procesadora de alimentos, lo batimos para deshacer los cristales de hielo que ya se empezaban a formar y volvemos a meter al congelador. Pasada otra media hora, volvemos a repetir el proceso.
Repetiremos el proceso cada media hora más o menos hasta que veamos que al batir el helado se queda cremoso y no hay ninguna parte líquida.
Para que siga manteniendo esa textura cremosa a la hora de comerlo lo sacamos del congelador unos 10 minutos antes de consumirlo (dependiendo de la temperatura exterior) para que se vaya atemperando.
Por cierto, se me olvidaba, el café en mi caso es descafeinado, pero lo podéis hacer con cualquier variedad de café soluble. También si queréis darle un toque especial podéis añadir 5 gr. de cacao en polvo, extracto de vainilla o incluso un poco de la ralladura de una naranja o un limón.
Me despido hasta después de las vacaciones deseándoos de todo corazón que paséis un gran verano y que tengáis en cuenta las medidas sanitarias. Siempre con mascarilla y manteniendo la distancia por favor!!
Cuidaros mucho que quiero veros a tod@s a la vuelta.
On egin.