En mi afán por saber el origen de nuestros alimentos, de las recetas, de conocer la historia de nuestra gastronomía, en ésta ocasión una vez más, buscando cuando se empezó a consumir el hígado de pato, internet me traslada a Egipto.
Tierra de inmensos contrastes, cuna de civilizaciones, donde cada piedra, cada templo, cada grano de arena, cada gota de agua del Nilo, rezuma la historia de su milenario pasado.
Una tierra árida y a la vez un verde vergel a lo largo de la ribera de su gran rio, fuente de vida, donde hay tantas cosas maravillosas por ver que pareciera que toda una vida no fuera suficiente para descubrirlo.
Una vez que visité Egipto por primera vez, ya nada volvió a ser igual, encontré la historia de muchos pueblos resumida en un solo lugar donde es prácticamente imposible no estremecerse. He viajado a Egipto en tres ocasiones, en las dos primeras solos mi marido y yo, y en la tercera acompañados de nuestros hijos, a fin de transmitirles la pasión por tan fantástica y maravillosa cultura; algún día, espero que no muy lejano, volveremos.
Volviendo al antiguo Egipto, cada año, en otoño, llegaban enormes bandadas de patos a asentarse en las orillas del Nilo, donde invernaban alimentándose copiosamente. Llegada la primavera habían acumulado grasas suficientes para retornar a sus lejanas tierras de origen. Los egipcios ?copiaron? a la naturaleza y comenzaron a alimentarlas para su consumo.
En Sakkarah (constituye el conjunto de pirámides más antíguo de Egipto y es alli donde se levanta la famosa Pirámide Escalonada de Djoser), en una de sus múltiples tumbas,se encuentra una pintura donde se aprecia como alimentaban a los patos con higos. Esta técnica culinaria se propagó por todo el Mediterráneo, siendo en Roma donde el hígado graso de pato se convirtió en ?Jecur Ficatum? (hígado de los higos); un manjar que despertó pasiones sobre todo en la corte francesa, donde el rey Luis XIV encumbró el producto, no faltando nunca de su mesa.
Con el paso del tiempo, ese lujo gastronómico de la corte francesa se fue haciendo popular; aunque en nuestro país su consumo es relativamente reciente, aproximadamente de unos 30 años, aunque poco a poco ha llegado hasta nuestros días, ganando adeptos de una forma vertiginosa.
En ésta receta he usado medallones de mousse de oca, no sólo por el precio, sino por su delicado sabor y suave textura.
¿Cómo lo preparo?
Pelar las patatas, salarlas al gusto y freir en abundante aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño, actualmente estoy usando de Periana, posiblemente y a mi parecer, uno de los mejores aceites del mundo). Cuidar que no se quemen, ni que salgan tostadas.
Una vez fritas, en una sartén con unas gotitas de aceite, pasar los medallones de mousse de foie gras, dejándolos un minuto por cada lado.
Mientras en el aceite de haber frito las patatas freir los huevos (he puesto uno por comensal), procurando que las yemas no se cuajen.
Al emplatar colocar los medallones y los huevos encima de las patatas y romper con cuchillo y tenedor.
¡ Buen provecho !