Se reúnen en torno a la mesa un libanés, un palestino, un sirio y un israelita. Dejan al margen cuestiones políticas. Hoy sólo quieren hablar de comida, concretamente de un plato sencillo, modesto, pero imprescindible en cualquier mesa de Oriente Medio: el hummus, que consiste en una crema de puré de garbanzos cocidos a la que se le añade limón y tahine (pasta de sésamo o ajonjolí). Su origen se remonta al siglo XIII aunque el garbanzo ya era conocido tres mil años antes de Cristo, siglo arriba siglo abajo. Los cuatro comensales han pensado que una comida distendida compartiendo un mismo plato puede acercar posiciones sobre el tema que se está debatiendo: quién fue el primero que creó el hummus. No llegarán a los postres porque el copyright de este invento culinario está en discusión precisamente entre libaneses, palestinos, sirios e israelíes y así difícilmente puede llegarse a un consenso. Al margen de quién tenga razón os proponemos hacer este hummus, una buena manera de entrar en contacto con la cocina de aquella región del mundo que, lamentablemente, no siempre es noticia por su gastronomía.
RECETA
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INGREDIENTES
400 g de garbanzos cocidos (200 g sin cocer).
2 cucharadas de tahine.
1 o 2 dientes de ajo.
½ cucharadita de comino molido.
Aceite de oliva.
Sal.
½ vaso del agua de cocer los garbanzos.
El zumo de ½ limón.
Pimentón de la Vera.
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PREPARACIÓN
Cocer los garbanzos en la olla exprés tras haberlos tenido a remojo desde la noche anterior.
Con un robot de cocina o batidora triturar todos los ingredientes añadiendo medio vaso del agua de cocer los garbanzos hasta obtener una mezcla espesa.
Poner en un bol y echar por encima un chorro de aceite de oliva y un poquito de pimentón.
Si no se dispone de tahine, se puede elaborar de forma sencilla en casa: en una sartén sin nada de aceite, echar tres cucharadas de sésamo y tostar ligeramente con mucho cuidado de que no se queme (en unos 5 minutos estará listo). Triturar con aceite de oliva hasta conseguir una pasta densa.