Me encanta husmear en la vida de mujeres que de alguna manera han hecho historia y, si se puede, meterme hasta su cocina, pues ahí es donde también se encuentra mucho de la forma de ser o de pensar de alguien.
Sor Juana Inés de la Cruz, es una de ellas. Y, aunque no he ido más allá de la simple biografía wikipedista, lo poco que enseñan en la escuela mediante una escueta biografía y la serie realizada por Canal 11 (que confieso, me gustó), soy de las que cree que nunca sabremos la verdad de la vida de alguien a ciencia cierta, ya que cada historia cambia, dependiendo quién la cuenta.
Así que, independientemente de la aportación histórica a las letras y al feminismo de Sor Juana, esta vez lo enfocaré más hacia la cocina, donde Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, por igual veía filosofía, ciencia, arte y, por qué no, volcaba mucho de su ser:
“Pues ¿qué os pudiera contar, Señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Ver que un huevo se une y fríe en la manteca o aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar; ver que para que el azúcar se conserve fluida basta echarle una muy mínima parte de agua en que haya estado membrillo u otra fruta agria; ver que la yema y clara de un mismo huevo son tan contrarias, que en los unos, que sirven para el azúcar, sirve cada una por sí y juntas no.” Fragmento tomado del libro "Cocina del Convento de San Jerónimo"
De las recetas que vienen en el libro publicado 300 años después de su fallecimiento (2010) hay vrias que llaman mi atención, no sólo por la receta misma, sino por la ilustración que nos hace del lenguaje de la época, de ingredientes, de procedimientos que a veces, resultan tan desconocidos y nos hacen - si queremos ejecutar alguna- aventarnos un buen día de investigación.
Hay quienes ya nos ahorraron ese paso, y es con la receta de la jericaya que hoy les quiero compartir. Sólo que antes algunas acotaciones:
1. Esta receta la hice y me gustó.
2. Leyendo el libro, dice sólo "yemas" y no huevos enteros.
3. En esta receta, cambié el azúcar blanca por piloncillo.
4. No especifica en qué forma se agrega la canela, pero por el procedimiento, pareciera que molida... esta receta no la incluye.
En conclusión, volveré a hacerla más apegada al recetario. Por lo pronto les dejo esta que ya está probada.
Jericaya o jericalla
Da igual, al final es un postre resultado del mestizaje gastronómico del nuevo y viejo mundo, ya que lleva ingredientes de ambos. Si en Europa tienen su creme brulee (valga la comparación, porque es muy parecida salvo que sólo lleva las yemas), nosotros tenemos la jericaya. Lo cierto es que al final, la cocina, al igual que las recetas, son universales.Ingredientes:
4 huevos
1/2 litro de leche
1/2 taza de azúcar (yo usé piloncillo, por eso el color dorado)
1 y 1/2 cucharadita de vainilla
Cómo hacer:
Precalentar el horno a 180°C
Endulzar la leche con el azúcar y añadir vainilla.
Batir los huevos un poco con un tenedor y agregarlos a la leche a integrar, evitando grumos
Vaciar la mezcla a moldes o flaneras individuales (a mí me salieron 6)
Colocarlos en una charola y antes de meterlos al horno, agregarle a la charola agua caliente (hasta la mitad de las flaneras) para hornear a baño maría
Hornear hasta que doren, sin tapar.
Sacar del horno y dejar enfriar.
Nota: mientras se hornean, verán que se levantan como muffins y al sacarlos se hundirán.
¿Conocen otra receta para hacer este postre?
Yo no me quedaré con las ganas de hacer la más apegada al recetario y ya les contaré. Nos leemos pronto, con mi nuevo curso en línea.
Si quieren ver el libro, les dejo el enlace:
"Libro de cocina del Convento de San Jerónimo"