Se ha esparcido por el mundo y nos ha beneficiado también por sus ricas propiedades, pues por ejemplo siempre que padecemos una gripa lo primero en que pensamos es beber un refrescante y sabroso jugo, proveniente de este sol luminoso llamado naranja. Toda una fuente de vitamina C y de otros componentes que sirven esencialmente para la medicina preventiva.
La naranja es al igual un fruto del que se puede aprovechar todo. No sólo nos deleita con su sabor (comiéndonosla simplemente pelada y despendiendo sus 12 carnosos gajos) pues puede convierte en otros productos, como la mermelada.
Sabemos que su pulpa y su cáscara se utilizan después de lavarla muy bien para asegurarse de que no quedaron restos de cera o de componentes químicos. Se raspa y su ralladura se utiliza como un toque para aromatizar lo mismo vinagretas o bien como saborizante en muchos platillos e incluso sirve como complemento junto a otras hierbas aromáticas. Se utiliza asimismo para preparar gelatinas, panes, dulces, cremas y por supuesto para infusiones y hasta como un toque elegante en la preparación del café. Con gran frecuencia la percibimos en ensaladas, pescados, carne y aves o en los ragús. Pero donde cobran una portentosa presencia es en los postres. Y señalar que cuando se agrega a una preparación de marinada tiene la propiedad de ablandar las carnes. Y ¿qué decir de las preparaciones de exquisitas bebidas a base de esta fruta?
Así, la costumbre de añadir una buena cantidad de frutas a nuestra dieta diaria, concretamente cítricos y sobre todo naranjas, se relaciona con un gran número de beneficios para la salud, lo cual las investigaciones científicas se han encargado de confirmar con mayor exactitud en las últimas décadas. Pocas frutas tienen tantas cualidades a nivel nutricional, vitamínico y preventivo de enfermedades como la naranja, hecho que la convierte en un producto esencial de nuestra dieta.
Comparto ahora aunque sea brevemente su interesante historia y ciertas características: Proviene del árbol del naranjo en su variedad dulce (Citrus × sinensis), o en la amarga (Citrus x aurantium) los cuales son originarios de China, India, Vietnam y Birmania. La etimología de la palabra naranja es tan sugestiva como la ruta que siguió para llegar a Europa a través de comerciantes portugueses, y luego extenderse por todo el mundo. El vocablo proviene del sánscrito narang, zona de la cual pasaría a Persia junto con la palabra narensh, de allí al árabe naranjah y ya en la Península Ibérica toma su nombre actual en castellano, independientemente de que ha mutado lentamente en cada lengua como laranja en portugués, arancia en italiano y orange en francés e inglés.
Como ha sucedido en tantas y tantas frutas, en los tiempos modernos y con el avance de la genética frutícola, se han podido conseguir cientos de variedades a lo largo del mundo, de entre las cuales figuran a nivel de importancia de consumo humano y sobretodo de este lado del planeta, la Navel o California, la Navelina, la Valencia Late, la Sevilla Amarga, la Natal o la Sanguinelli.
La recolección debe de ser manual y de realizarse con alicates; hay que evitar el tirón por parte de los recolectores.
El vistoso árbol del naranjo pertenece a la familia Rutaceae cuya medida es de 6 a 10 metros, con ramas poco vigorosas y tronco corto. Sus hojas son de limbo grande, alas pequeñas y espinas no muy acusadas, con flores.
Maravilloso fruto entonces que se ha regado venturosamente por el planeta con sus espléndidos beneficios y alimento clave en la buena nutrición de nuestras sociedades. Un verdadero sol en el vergel humano.
The post appeared first on Maria Orsini.