
¿Cómo? ¿Magdalenas caseras? Sí, habéis leído bien: magdalenas caseras de toda la vida, con su cuscurro de azúcar y su aroma a limón. De las que son capaces de beberse su propio peso en leche y de las que mataríais por combinar con una tableta de chocolate con almendras. Y es que el proceso es tan sencillo que os preguntaréis por qué nunca las habíais hecho antes. Tan fácil es su elaboración, que ni si quiera nos hemos molestado en tomar fotografías del proceso para no insultar vuestra inteligencia y porque con una mano sola -sigo convaleciente- es harto complicado aventurarse a poco más que rascarte el cogote, imaginaos sujetar una réflex con dos deditos y a la altura del pecho.
INGREDIENTES
2 huevos medianos
175 gr. de azúcar
175 ml. de aceite de oliva muy, muy suave
75 ml. de leche
210 gr. de harina
7 gr. de levadura química en polvo tipo "Royal"
Ralladura de un limón
Una pizca de sal
Cápsulas para magdalenas
PREPARACIÓN
Arrancad con pasión vuestra batidora de varillas para batir los huevos con el azúcar a velocidad media-alta hasta que la mezcla espume y adquiera un color pálido casi blanco. Cuanto más insistamos en este momento, más esponjosas, tiernas y sexys serán nuestras magdalenas. Jamás digáis que no a un baño de espuma gratis, excepto si la espuma es de cerveza. Recuerdo amargamente una boda en la que el camarero nos escanció la cerveza a medio metro desde la jarra. Aún estoy tomando AeroRed™ para las flatulencias.
A continuación añadimos el aceite y la leche muy despacito y batiendo a velocidad baja, como si hicierais una mayonesa. Elegid un aceite de oliva muy suave o uno más intenso si sois atrevidos y os apetecen aromas y sabores más marcados. También podéis optar por aceite de girasol pero no disfrutaréis de las propiedades inigualables del aceite de oliva virgen extra y un día os despertaréis rodeados de olivareros cabreados cargados con palos y ganas de descargar en vuestras costillas tres años de recortes en políticas agrarias.
Para terminar añadimos en resto de ingredientes sin demasiados miramientos y seguimos batiendo a velocidad baja. Ni siquiera hay que tamizar la harina, así de agradecidas son estas magdalenas. Cuando esté todo integrado se bate a tope de velocidad durante 1 minuto y dejamos reposar la masa en la nevera durante dos horas tapando el recipiente con un paño. Nos vemos tres episodios de Juego de Tronos y continuamos con la tarea. Este reposo es importante, no lo obviéis porque es lo que convertirá vuestras magdalenas en espectaculares.
Preparad un cacao bien caliente y el pantalón de comer, porque no vais a poder saber cuando parar, éstas magdalenas sin colorantes ni conservantes están tremendas y bien guardadas en una bolsa pueden durar hasta varios días tiernas. ¿Queréis ser malos como nosotros? añadid pepitas de chocolate o caramelo a la masa y uníos a un orgásmico espectáculo de sabor.
Atreveos y comentadnos vuestra experiencia, ¡es una orden!