No, queridos y escasos lectores que pululáis como alma en pena en este sitio web de acceso impronunciable pero rezumante de amor y recetas de repostería tradicional y repostería americana. El pan de plátano (banana bread) no es un pan, no sabe a pan, pero parece un pan y ¡está más bueno que el pan! Resumiendo: tan sólo es un bizcocho travestido y de nombre escasamente original. ¿Tan sólo?
Esta receta podemos catalogarla como una de esas preparaciones con un marcado perfil psicopático. Nombre poco evocador, sin apenas atractivo -excepto si tus intenciones son las de prepararte un sandwich- y de un aspecto tan discreto que casi pasaría desapercibido en una mesa de postres. Sería un tipejo cualquiera tirando a tímido en el mundo de los bizcochos. Pero un día lo pruebas, y ese personajillo retraído y habitualmente escondido entre la muchedumbre, aparece de la nada, abre su gabardina y te golpea hasta la muerte con un calabacín de 50cm. Todos quienes le conocían dirán que parecía un tipo normal, pero no, nunca lo fue.
Ese es el secreto que se esconde tras el jugoso bizcocho del pan de plátano, porque está bueno, está REALMENTE bueno y cuando empiezas a pellizcarlo con desgana y casi por despiste estás perdido. No os extrañéis si os decimos que los cupcakes de las mesas dulces tiemblan al escuchar su nombre.
INGREDIENTES
280gr. de harina
225gr. de azúcar
1 cucharadita de levadura química (tipo Royal)
Media cucharadita de bicarbonato sódico
Media cucharadita de sal
1 huevo
4 cucharadas soperas de leche
115gr. de mantequilla a temperatura ambiente
3 plátanos góticos (esto es: muy maduros, casi negros)
150gr. de pepitas de chocolate
PREPARACIÓN
Como en cualquier bizcocho, la elaboración suele ser extremadamente simple y similar a la técnica nutricional del Rodríguez de fin de semana: se coge todo lo que haya en la nevera, se mezcla bien y se lleva al fuego. No hay nada suficientemente incomestible o vomitivo si hay suficiente cerveza para pasarlo.
Comenzaremos batiendo con energía la mantequilla junto al azúcar hasta conseguir una masa uniforme de aspecto suave... o al menos eso rezaba a receta original. En nuestro caso la mezcla adquirió una consistencia extraña de aspecto desmigado que no iba a más, así que dejamos de batir por puro aburrimiento y llegamos a la conclusión de que era una estupidez. Así que batid, pequeños, batid hasta que esté todo muy bien mezclado.
Necesitaréis un
A continuación mezclamos el huevo en un recipiente grande junto a la leche y el plátano espachurrado.
Hay que tamizar la harina junto a la levadura, el bicarbonato y la sal, no por nada, sino porque las masas con grumos hacen llorar al chef de la televisión que anuncia gas natural, y nosotros nunca querríamos ver llorar a un chef con gases, no por lástima, sino por miedo. Y sí, tamizar es casi tan molesto como machacar. Hacednos caso: subcontratadlo.
Poco a poco añadiremos la harina e iremos moviendo la mezcla con unas varillas hasta que todos los ingredientes estén bien mezclados y hayamos obtenido una masa de aspecto pegajoso además de espeso, y es entonces cuando incorporaremos nuestros 150gr. de puro júbilo y alegría en forma de ricas pepitas de chocolate. Simularéis tirarlas al suelo para soplarlas y metéroslas en la boca argumentando que están limpias mientras no hayan pasado más de cinco segundos. Excusas para engullirse la materia prima.
Precalentamos el horno a 180ºC y recordad: precalentar el horno y no abrirlo durante la cocción son procesos ineludibles en la elaboración de bizcochos. Mientras arde parte de nuestra cocina, vertemos la masa en un molde alto, rectangular y, si puede ser, forrado con papel de horno o bien engrasado porque estos bizcochos tienen cierta tendencia a adherirse como un político a su cargo, y tendréis serios problemas para despegarlos... ambos.
Lo hornearemos aproximadamente durante una hora a 180ºC y, como siempre, lo pincharemos con un palillo o una aguja hasta comprobar que ésta no salga mojada. Es posible que durante el horneado parezca que comienza a tostarse demasiado, no os asustéis, este bizcocho adquiere un color morenito a medida que se cocina, debe ser el rollo tropical que se traen los plátanos. Si veis que realmente se quema por la parte superior y aún no está cocido por dentro, tapadlo con una lámina de papel de aluminio y alejad la bandeja del horno de las resistencias superiores.
...y ¡Voilá!, nuestro plan de plátano estará listo para desmoldar, enfriar y servir. En su sencillez se encuentra su exquisitez. De textura jugosa, esponjosa y con los suaves matices aromáticos del plátano, junto a las pepitas de chocolate que siempre sorprenden al paladar, acabamos de crear un monstruo psicópata ninja mutante adolescente que te matará de puro placer.