La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados (Johann Paul Friedrich Richter)
Miro mi dietario y el calendario me indica que sólo quedan diez días para la Nochebuena, que prácticamente ya estamos en época navideña. Málaga dio hace ya más de dos semanas el pistoletazo de salida, vistiendo de luces, música y alegría la maravillosa y ya mundialmente reconocida Calle Larios.
Sí, mi ciudad ya se ha llenado de signos de Navidad, luces y pascueros adornan cada rincón, cada parque, cada escaparate de los comercios y suenan los clásicos villancicos. Huele a borrachuelos, a mantecados, a roscos…a ajonjolí, a anís, a vino y miel y tengo que rendirme a la evidencia: es Navidad..
Casi sin darme cuenta, vuelvo a mi infancia y me veo preparando aquellas hermosas ramas de pino, aspirando su delicado aroma mientras mi madre sacaba la caja de aquel mueble lleno de costura, en el cuarto largo donde ella y mi abuela cosían, llena de bolas, espumillón, lágrimas de papel transparente que brillaban al compás de las lucecitas y el sagrado misterio.
Un papel dorado forraba la maceta donde encajaba la rama de pino y que yo siempre me encargaba de ir adornándolo cuidadosamente. A los pies ponía el pequeño belén.
Encendía cada día el árbol y me hipnotizaba el juego de luces chiquititas de colores, rojo, blanco, amarillo, azul y verde que brillaban todas juntas, destellando a la vez.
Aún hoy en día coloco el árbol, ya no es de pino, hace muchos, muchos años que comencé a pensar en cuidar la naturaleza y es artificial…..y mientras lo voy colocando me entra la añoranza, recuerdo mi niñez, veo a mi madre tocando el almirez, a mi abuela tocando una castañuela dando golpes rítmicos con su mano y su rodilla, mientras cantan aquellos antiguos villancicos andaluces: ¡¡ Por los campos de mi Andalucía, los campanilleros en la madrugá…se despiertan con sus campanillas y con sus guitarras se ponen a cantar…yo le canto al amor !! mientras con mi vieja guitarra voy tocando sus cuerdas torpemente, acompañando las antiguas canciones.
Sí, es Navidad, pasan los años, una y otra vez; no puedo evitar entristecerme, pensar en los que no están, en los que no quieren estar, en mis hijos que ya son mayores y por lo tanto comienzan a vivir su vida, sus navidades, sus ilusiones…..y pienso, otro año más.
Aunque no por ello dejo de vestir mi casa, de llenar de luz y música cada rincón, también de sonrisas de los míos, de mi familia…
Pasará rápidamente, volveré a guardar como antaño todos los detalles navideños en una caja y empezará otra vez la cuenta atrás; pronto, muy pronto llegará otra vez la eterna Navidad.
Días para muchos de recogimiento religioso, de fiestas, de regalos, de comidas especiales en las que no faltan los excesos gastronómicos en cuanto a cantidad, calidad y precio.
Sí es cierto que debido quizás a la gran demanda de ciertos productos los precios suben desorbitádamente como puede ser el pescado y el marisco sobre todo en zonas que no son costeras.
El marisco es habitual en las mesas navideñas…..en la mía, cualquier Sábado que acudo a mi “Mercado de Huelin” es especial, hago una “fiesta” a los pescados y mariscos de Málaga.
Gracias a mis raíces, a mis mayores, marengos, gente de la mar; también a mi marido que me inculcó la pasión por el buceo, conozco bien los productos del mar, independientemente que en los puestos de la pescaderia, después de tantos años, me conocen y los conozco….Uno de ellos es el de Jose a quien le llega los pescados y mariscos del único barco pesquero que atraca en el Puerto de Málaga, el de su padre, quien sale a faenar cada noche para que llegue a las cocinas malagueñas, de la mano de su hijo, lo más fresco de la Bahía malagueña.
En ésta ocasión, unos langostinos que llegaron “vivitos y coleando”, desde su puesto del Mercado de Huelin, a “Mi cocina”.
El langostino mediterráneo (Melicertus kerathurus Forskal), de mediano tamaño, requiere aguas de baja salinidad, clima suave y moderado durante todo el año, por lo que es habitual en la costa mediterránea; se trata de una especie muy conocida en casi todos los puertos pesqueros del Mediterráneo, sobre todo en la costa de la Comunidad de Valencia donde tienen un tamaño que puede llegar hasta los 20 cmts., también se pueden encontrar buenos ejemplares en las costas de Andalucia.
Su color es entre rosáceo y marrón, con una serie de bandas transversales en su abdomen y la cola de colores llamativos.
Se le denomina vulgarmente “langostino republicano” por los colores de su cola. En La Caleta de Velez (Málaga) se le suele llamar “caramalón” (indicando que se trata de un nombre muy antiguo), también en la costa malagueña como es en Estepona por ejemplo, suelen llamarle “langostino de Sanlúcar” por estar pescados cerca de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) donde es muy habitual su pesca.
Los langostinos son capturados de forma artesanal por la flota de artes menores, bien usando el trasmallo o por la pesca de arrastre.
No obstante no siempre se puede conseguir unos magníficos y frescos langostinos, por lo que tampoco hay que desechar el disfrutar de éste clásico entrante tan tradicional en las mesas navideñas si son congelados. Sólo hay algo importante, que tengan un buen tamaño, que la calidad salte a la vista, que estén perfectos dentro de la caja del congelador y comprobar que tengan los bigotes enteros.
En ésta ocasión, los langostinos frescos, me pedían vuelta y vuelta, sal gorda y un chorreón de aceite de oliva virgen extra malagueño....y un chorreoncito de limón del Valle del Guadalhorce.
¿Cómo prepararlos?
Si tienen una plancha eléctrica, no lo duden, es realmente lo ideal.
Para ello:
Poner la plancha al máximo de calor, cuanto esté bien caliente, engrasar la plancha con aceite de oliva virgen extra y echar en ella sal gorda.
Colocar los langostinos en fila, sobre la sal y dejar hacer durante un minuto aproximadamente.
Pasado ése tiempo, darles la vuelta echándoles un poco más de sal gorda por encima dejándolos otro minuto más en la plancha.
Servir los langostinos en una fuente acompañándolos de limón.
Una vez en la mesa y siempre al gusto del comensal, rociarlos con zumo de limón.
Y pueden decir ¿Es que dejan mucho olor en la cocina? Sí, es cierto, yo reconozco que pongo la plancha eléctrica en mi pequeño patio trasero, en “Mi Cocina” de verano y aunque sea de noche, incluso si hace frio…los preparo allí; aunque a veces también lo hago en la cocina, debajo del extractor que lo pongo al máximo.
Aunque también pueden prepararlos al horno ¿Cómo?
Precalentar el horno a alta temperatura, unos 200º C, con calor arriba y abajo.
En la bandeja del horno con los langostinos echándoles la sal gruesa por arriba y un chorreoncito de aceite de oliva virgen extra.
Introducir la bandeja en el horno, en la parte central y dejar hacer durante dos o tres minutos (dependiendo del tamaño de los langostinos); pasado ése tiempo, sacarlos y darles la vuelta, dejándolos hornear durante otros cuatro minutos aproximadamente.
Sacarlos del horno, colocarlos en una bandeja y acompañar con limón.
Consejo:
Colocar en la mesa, al lado izquierdo de cada comensal un “enjuagadedos” (también denominado aguamanil); es un recipiente para limpiarse las manos sin necesidad de levantarse de la mesa, que suele contener agua con rodajas de limón.
Algo quizás, hoy en día casi en desuso, pero esencial cuando se come mariscos o bien otros alimentos que es recomendable disfrutar sin cubiertos. (Personalmente no me gustan ésas “toallitas higiénicas” con aroma a limón que han sustituido el detalle del agua aromatizada natural en un cuenco).
Sólo les queda disfrutar.....
Y no olviden:
Cualquier momento es bueno para compartir un mantel. Las fechas que se acercan son ideales para compartirlo con los seres queridos, pero no pretendamos que las cosas sean como las deseamos. Deseemolas como son.
Desde “Mi Cocina”….un año más: