Teresa Rivero
Decía doña Teresa que pese a tener ella más de una docena de hijos o por ahí, nunca fue amante de la cocina ni sabía mucho sobre el tema y es que, claro, con una familia de esas dimensiones la vivienda conyugal tendría más de fonda que de hogar y, disponiendo de posibles, ya alcanzaría a tener las ayudas necesarias. Siendo la dueña del Rayo este necesitaría más atención que los pucheros familiares máxime cuando ella ya debía tener colocados a todos sus vástagos.
angulas sucedáneas: una falsificación afortuna
La receta que oí por la radio, por sencilla y apetitosa (hoy mismo la he hecho porque no tenía ganas de complicarme) es bien fácil y sencilla. Aunque las explicaciones de la presidenta del Rayo no fueron muy prolijas tampoco hacía falta más para ponerla en práctica. Yo la he interpretado de la siguiente manera con muy buenos resultados:
Los procesos e ingredientes son sencillos: se cuecen unos espaguetis partidos en tres o cuatro trozos hasta que estén un poco más pasados que ‘al dente’. En aceite bien abundante se fríen rodajas de ajo en generosa cantidad y alguna cayena y cuando los ajos estén casi dorados se añade una porción de angulas sucedáneas congeladas. Sin dejar de remover de cuando en cuando, las angulas sucedáneas que estarán hechas un bloque se irán separado y es entonces el momento de incorporar los espaguetis cocidos y un puñado de gambas peladas que un rato antes o casi en el momento estuvieron también congeladas pero que habremos pasado por un poco de agua fría para evitar que el hielo que se suele formar nos salpique de aceite en la sartén. Se sala y sele dan las vueltas necesarias con la espumadera para que la pasta no se agarre al fondo,
Pasta con angulas sucedáneas al ajillo
Cuando el combinado entre en calor y color, se sazona y a la mesa. Resulta sabroso, fácil de embuchar y llena lo suficiente como para no sentir ganas de repetir mucho o acudir a los quesos. Como vemos es fácil y sencillo. Ortodoxo. Sólo me queda una duda: si las angulas sucedáneas (denominación dada con todas las mañas y malas intenciones del mundo a ésta más que sicalípítica manera de aprovechar lo casi inaprovechable del pescado) son realmente pescado y no están hechas con las carnes de jubilados japoneses a los que no saben donde ponerlos ni cómo pagarles una pensión vitalicia, y es que si lo pensamos un poco parece que ya los españoles, los funcionarios ante todo, estamos llegando al proceso de ‘gulización’. Que Buda nos pille confesados.
Francisco J. Aute