Además es un postre típico español, no se sí se hará en otras zonas del mundo, pero su origen parece que son los conventos del norte de Castilla, dónde, cómo otras muchas recetas, se hacía como medio de conservación de la leche. Las primeras apariciones de esta receta son medievales, época en las que no existía ni luz eléctrica ni forma de conservar la leche, sobre todo en los tórridos veranos Castellanos.
Como veréis en la receta, no es más que leche infusionada, con canela y naranja o limón, la receta tradicional, a la que se le añade una harina para espesar la y una vez fría poder freírla.
INGREDIENTES
1 litro de Leche.
Canela en rama
1 naranja o limón.
Anís estrellado (opcional).
100gr. de azúcar
100 gr de Maizena.
2 Huevo.
Harina.
Aceite de oliva suave.
Azúcar.
Canela en polvo.
ELABORACIÓN.
En un cazo ponemos a cocer la leche con la piel de la naranja o limón, podéis elegir lo que más os guste y la rama de canela. Esta es la receta básica, yo en ocasiones, le añado algún otro sabor, en este caso un toque de anís, pero también podéis hacerlo sustituyendo la canela por vainilla o poniendo unos granos de cardamomo,...
Lo dejamos cocer todo durante 10-15 minutos, con ese tiempo es suficiente para que la leche tome los sabores, le añadimos el azúcar movemos bien y lo retiramos del fuego.
En una taza o un bol disolvemos la maizena con un cazo de la leche templada, se lo añadimos al resto de la leche infusionada y a fuego bajo medio lo volvemos a cocer sin para de remover, hasta que se espese y apagamos el fuego.
Lo volcamos en un molde, preferentemente rectangular, o en la bandeja del horno, para que se enfríe y se ponga "dura". Yo suelo poner un papel film en el fondo para que me sea más sencillo de desmoldar.
Una vez frío, desmoldamos, lo cortamos en cuadrados, rectángulos, rombos, como mas os guste, lo pasamos por harina y huevo y lo freímos en abundante aceite de oliva. A la harina a mi me gusta añadir un par de cucharadas de sémola de trigo duro, porque una vez frito le da un puntito crujiente al rebozado. Lo freímos en un aceite de oliva de sabor suave, pero podéis escoger el que queráis.
Una vez dorado por fuera, lo sacamos sobre un papel de cocina para que escurra el exceso de aceite y espolvoreamos azúcar y canela al gusto. A mi me gusta hacer esto en caliente porque se forma una especie de sirope que le da un gusto delicioso.
Espero que disfrutéis la receta a mi me apasiona.
"La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar?". San Marcos 9, 50