Pues ya si que sí, llegó el frío y ya no se puede salir a la calle sin abrigo y las lluvias comienzan a amenazar.
Tal vez, en otros lugares, esta sería una excusa perfecta para no salir de casa, pero no aquí, en Jerez. Esta es la época del mosto. La uva que se ha recogido septiembre, ya ha pasado por el proceso de fermentación para obtener el vino joven, que comúnmente llamamos mosto. Aunque eso no es correcto, porque el mosto es el zumo de uva sin fermentar, pero nosotros en Jerez, por tradición, llamamos mosto a la uva ya fermentada.
Cuando salgamos y veamos una bandera roja en la puerta, eso es señal de que ya hay mosto del año.
La gente se reúne entonces para ir a las ventas situadas en las campiñas de Jerez, donde el mosto se acompaña de las comidas caseras. Un ajo caliente suele ser el plato típico.
Numerosas ventas abren sus puertas para ofrecer a los clientes el mosto de la casa, que piden ya desde principios de noviembre. Sin embargo, el mosto necesita temperaturas frías para que no se estropee, por eso no tenemos una fecha fija para servir el mosto, porque depende de las temperaturas.
Según el dicho popular, "por San Andrés, el mosto vino es", lo significa que a finales de noviembre, con la llegada de los primeros golpes de frío, el zumo de la uva cosechada en la vendimia alcanza su siguiente etapa, en la que tras la fermentación, alcanza la consideración de vino joven o vino del año al superar los nueve grados alcohólicos.
La campiña jerezana ofrece al catador distintas ventas donde poder degustar el vino joven y la comida típica de la tierra como El Corregidor, La Blanca Paloma, la Venta Tejero, Mosto Domi, La Carrandana,Santa Teresa, o San Cayetano, situadas tradicionalmente entre viñas, en el campo, y las vistas se mezclan con los sabores y olores para hacer de la comida un placer.