Vengo a estafaros.
No os importa, ¿verdad? Yo creo que hay confianza.
La cosa es que yo, de entrada, no quería. Pero os tengo que timar un poco, nada grave. De verdad.
La estafa mejor planificada de la historia la empezaron a urdir los perversos fabricantes de yogures.
Yo estaba superando mi primer trance vital por aquel entonces. Era adolescente y mi existencia era ya demasiado complicada cuando además de ocuparme de cosas profundas de la vida como depilarme, tener novio y dejar de tenerlo más o menos al mismo tiempo, tuve que enfrentarme a que el mundo de pronto dejó de ser de yoplaitdefresa o de yoplaitdeplátano.
En aquella época, empecé a tener que enfrentarme a duras decisiones para elegir yogures. Pero eso no era nada con lo que hay ahora, que es de un high level executive que junto a los lácteos pronto veremos en los supermercados pequeñas cajitas de anxiolíticos con brillantes y coloridos envoltorios.
Porque ahora tienes que decidir si quieres yogur normal, desnatado o bio. Bífidus o no-bífidus. Fruta o no-fruta. Trozos o no-trozos. Muesli-sí o muesli-no. Natural o sabores. Sabores normales como fresa y plátano o yogur de tarta de arándanos con cobertura de láminas de chocolate bajas en grasa y trocitos de cookies, versión normal o light.
Y todo esto sin desviar tu mirada al estante de “otros postres lácteos” donde ya te entra una crisis de identidad y tienes que salir corriendo del super al diván de tu psicoanalista para hablar de tu madre. Que no tiene que ver con los yogures, pero con los psicoanalistas se habla de tu madre.
Y cuando ya te habías decidido tú a llevarte un yogur natural-desnatado-0%-bífidus activo-sabor tarta de arándanos-sin cobertura de chocolate bajo en grasas pero con cookies, te las encuentras.
Las mousse de yogur. El perverso plan de los fabricantes de yogures para que compres anxiolíticos. Demasiado cara para no ser sublime. Esponjosa, aérea… Sí. Aérea.
Me puedo imaginar la mesa de despacho de dirección de la fábrica de yogures, y a todos sus altos directivos frotándose las manos ante su depravado plan para cobrarnos más, por menos. Y sin que se note. Porque si llenas el yogur a tres cuartos, se nota. Y si haces el envase más pequeño, se nota. Pero… si lo llenas de aire… si sustituyes el yogur que te quedas en la fábrica por aire… eso nooooo se nota.
Y llegaron los ejércitos de obedientes consumidores y compraron como locos aquel nuevo invento, más caro y lleno de felices burbujas… de aire.
Si Rato se entera de esto a tiempo, se deja de mandangas y se pone a fabricar yogures.
Yo, como venía a estafaros un poco, os he traído una mousse de café que viene de la mano de Tía Alia, y que nos ha traído Neus.
Con ingredientes para dos postres se sacan cuatro y por si acaso le he metido un lingotazo de ron, así, si lo notas, lo olvidas pronto.
Ingenioso el plan, ¿eh?
INGREDIENTES
[4 PERSONAS]
Huevos, 2 [yemas y claras separadas. Si tienes claras sobrantes de otra cosa, úsalas aquí, hasta 4 claras está bien]
Maizena, 1 cucharadita
Queso cremoso light* o yogur griego, 200 g
Café bien cargado, 100 ml
Ron, 1 cucharada [15 ml]
Azúcar o edulcorante equivalente, 150-200 g
Gelatina, 1 hoja
* Si usas queso cremoso, ten en cuenta que es ligeramente salado y deberás corregirlo con algo más de azúcar
MODUS OPERANDI
Lo primero de todo, es hacer el café y dejar que enfríe. Al mismo tiempo, ponemos la hoja de gelatina en agua para que se hidrate. No es imprescindible, si vas a tomarla en el día no hace falta que la añadas, pero si la haces de un día para otro ayudará a sujetar las claras.
Una vez tenemos el café frío o al menos templado, batimos con un tenedor las yemas y la maizena hasta que no queden grumos, y las añadimos al café. Incorporamos el ron, el azúcar [si usas edulcorante añádelo a la mezcla fría y no ahora], la hoja de gelatina hidratada [sin el agua] y lo llevamos todo en una olla a fuego medio hasta que de el primer hervor.
A partir de aquí, bajamos el fuego y damos vueltas a la mezcla hasta que espese. Ten mucho cuidado y no dejes de remover ni medio segundo. La mezcla será muy líquida, comenzará a espesar de golpe y se quemará antes de que pestañees si no estás encima de ella. Una vez tenga consistencia de bechamel, la retiramos del fuego y la pasamos a un bol frío para que no siga cociendo [y se queme]. El edulcorante se añade ahora, si has optado por no usar azúcar como hice yo.
En un bol aparte, limpio y seco, montamos las claras y reservamos. No podemos tardar mucho en acabar la mousse, porque se bajan. A partir de aquí, trabajaremos rápido. La ventaja es que podemos usar las varillas sin limpiar de las claras y ahorrarnos algo de trabajo.
A la mezcla del café, le añadimos el queso crema o el yogur, y lo batimos con las varillas eléctricas hasta que quede homogéneo. Probamos de azúcar y rectificamos, especialmente si hemos usado queso crema.
Sobre esta mezcla, añadimos las claras montadas. Lo haremos en tres veces, la primera sin tanto cuidado y las dos segundas con un cuidado exquisito, de manera envolvente y usando una espátula [la primera vez las claras tan sólo aligerarán la mezcla, no conservarán apenas aire, las dos siguientes sí]
La ponemos en vasos individuales [si la mousse pesa mucho tenderá a aplastarse un poco el fondo y ser menos ligera] y los dejamos enfriar en la nevera al menos 2 o 3 horas.
La nata (crema de leche), si le ponemos, la añadimos en el último momento antes de servir, no es aconsejable guardarlos montados. Lo que veis en la foto sobre la nata (crema de leche), es un arándano deshidratado. Lo usé para ocultar el final del recorrido de la nata (crema de leche) con la manga pastelera, que siempre queda un poco feo.