Ahora su consumo habitual está extendido por los países de la Europa mediterránea, y buena parte de África y Asia.
En algunos países se usa como plato (colocando encima la comida), en otros como una cuchara (cogiendo parte de la comida de un plato central con trozos de pan pita) y en la zona europea se toma más como bocadillo (abriendo un bolsillo en el pan y rellenándolo de carnes, verduras y salsas).
Ingredientes:
200 gr. de agua.
15 gr. de aceite de oliva.
375 gr. de harina de fuerza.
10 gr. de levadura en polvo.
1/2 cucharilla de sal.
Empezaremos por mezclar en un bol los ingredientes líquidos y añadirles la levadura en polvo. Removemos y esperamos unos minutos hasta que la levadura empiece a hacer su trabajo y veamos las primeras burbujas.
Añadimos la harina y la sal y amasamos durante unos minutos. Debe quedar una masa elástica y manejable.
Volvemos a introducirla en el bol, la tapamos con un film trasparente o un paño de cocina limpio y humedecido y dejamos levar. Este proceso puede tardar entre 40 minutos y 3 horas. Depende de la temperatura, la harina…y hay que tener paciencia.
Cuando la masa haya alcanzado el doble del tamaño original, la desgasificaremos y haremos 8 bolas con ella.
Formaremos nuestros panes aplastando cada bola hasta que tengan un diámetro de 12 ó 15 centímetros.
Los introducimos en el horno precalentado a 200 ºC y dejamos que se cocinen hasta que veamos que van adquiriendo algo de color. Nunca debemos esperar a que estén dorados, eso significaría que se nos han cocinado demasiado. Este proceso puede durar, dependiendo del horno, de 10 a 15 minutos.
Cuando el pan se enfríe podemos utilizarlo para “dipear” con humus o un buen baba ganoush, (si clicáis en los nombres accederéis a las dos recetas), o para rellenar como si fuera un bocadillo con los ingredientes que más nos gusten.