Es estupendo para un desayuno o una merienda y a los niños les encanta!
Ingredientes:
200 gr. de leche condensada.
200 gr. de leche.
50 gr. de mantequilla.
2 huevos + otro para pintar.
25 gr. de levadura fresca.
pizca de sal.
500 gr. de harina de fuerza aproximadamente.
Ponemos en un bol los 200 ml. de leche a temperatura ambiente y le añadimos la levadura fresca un poco desmenuzada con nuestros dedos. Esperamos unos 10 ó 15 minutos, a que la levadura comience su proceso, y acabamos de mezclar con una barillas.
Añadimos la leche condensada y volvemos a mezclar y después un huevo batido y mezclamos de nuevo.
Vamos incorporando la harina, tamizada con un colador, al bol de los líquidos y la pizca de sal.
Removemos bien, primero con una cuchara de madera y luego con las manos, hasta que veamos que la harina está incorporada totalmente.
Amasamos en una superficie enharinada hasta que nuestra masa, aunque tierna, se despegue de nuestras manos.
Dejamos que la masa leve alrededor de 1 hora, debe doblar su tamaño así que si en una hora no lo ha hecho esperaremos más.
Desgasificamos la masa con un segundo amasado suave y, con las manos enharinadas para que no se nos pegue la masa, vamos formando los panecillos y dejándolos en una bandeja de horno hasta que dupliquen de nuevo su tamaño.
Le hacemos unos cortes a los panecillos y los pintamos con el huevo que nos queda, al que le habremos puesto dos cucharadas de leche al batirlo.
Introducimos la bandeja en el horno precalentado a 180 ºC durante unos 12 ó 15 minutos, dependerá del tamaño de nuestros bollos.
Cuando los veamos un poco dorados por encima es el momento de sacarlos del horno. Deben tener algo de color pero no demasiado.
Están buenísimos solos pero, acompañados de mantequilla y mermelada, son una verdadera maravilla.