Ingredientes
400g de harina
150g de mantequilla (ablandada)
20g de levadura panadero
2g de levadura en polvo
250g de patata cocida
1 huevo
1 cuchara sopera (muy colmada) yogur griego
Un manojo de albahaca fresca
6g de sal
Para pincelar:
1 huevo
Receta - Pasos a seguir
Paso 1
Amasa la harina con la mantequilla. Obtendrás una masa arenosa.
Paso 2
Añade el resto de ingredientes. Forma una masa homogénea y ponlo al frigorífico durante 1 hora.
Paso 3
Al pasar este tiempo extiende la masa hasta que obtengas una lámina de 1cm de grosor. Ahora dóblalo según la foto. Pon otra vez la masa al frigorífico durante 10min.
Paso 4
Repite la misma operación 2 veces más. (Entre las operaciones deja reposar la masa 10 min en el frigo.)
Paso 5
Por último extiende la pasta hasta que tengas un rectángulo. El grosor es 1,5cm. Ahora córtalo en cuadros. El tamaño es: 5cm x 4cm.
Paso 6
Ponlos a una placa de horno revestida con papel horno. Deja reposarlos durante 10min.
Paso 7
Ahora pincélalos con el huevo batido y hornéalos en el horno precalentado hasta que estén dorados (unos 18-20min). Horno: 180ºC.
Notas: este postre salado es uno de mis debilidades. Te pongo su nombre original: Pogácsa. Es un pequeño pan súper esponjoso con un toque de albahaca para dar un toque diferente. Pero los sabores más tradicionales son de queso, patata y un cierto tipo de jamón frito (tepertö en húngaro). La verdad es que cuando vivía en casa, me encantaba visitar mis familiares o amigos y comer sus panecillos. Es que cada casa tiene una receta bien guardada. También es costumbre preguntar por la receta. Y claro al llegar a casa lo intentas a probar a elaborarlo. En mi país hay mucha tradición de este postre salado. Según los cuentos húngaros, cuando alguien va a viajar muy lejos buscando su camino, felicidad o tiene retos personales, este panecillo siempre está en la mochila. Me acuerdo cuando hace 10 años vine a España buscando mi camino, sola, con solo una maleta… buscando mi suerte…y sí, yo tenía en una bolsa llena con de este panecillo… Ahora vivo otra vez tiempos revueltos. Es bueno acordarse de dónde venimos.