Los hongos morilla (también llamados colmenilla o morchella) crecen en la Patagonia andina y poseen un sabor suave y delicado, ideal para saborizar salsas y estofados. Se consumen sólo disecados, dado que crudos son tóxicos.
En esta ocasión fueron el ingrediente protagonista de nuestro plato: una forma diferente de preparar el pollo a la cacerola. ¿Se animan? Las morillas disecadas se pueden conseguir en muchos comercios barriales, en forma online y en el Barrio Chino de Buenos Aires.
Ingredientes (4 porciones): 4 cuartos de pollo, una cucharada de manteca, medio litro de vino blanco seco, medio litro de caldo de verduras, 50 g. de morillas secas hidratadas en té negro, 200 g. de champignones frescos, 1 cebolla grande, 2 papas grandes peladas, sal y pimienta.
Opcional: 20 g. de morillas en polvo y un chorrito de crema de leche.
Tiempo total de cocción aproximado: 1 hora y media.
Con unas 12 horas de anticipación debemos hidratar las morillas en té negro (preferentemente un buen té en hebras) y reservarlas. Comenzamos nuestro plato salteando en manteca la cebolla picada hasta que tome un buen tono dorado.
A continuación sellamos el pollo (sin piel ni grasa) de ambos lados.
Añadimos las morillas hidratadas (incluido el té).
Y enseguida volcamos los líquidos de cocción: el vino blanco seco (no dulce) y el caldo. Salpimentamos, tapamos y dejamos cocinar durante 1 hora. Si vamos a usar también morillas en polvo, lo incluimos en este paso.
Pasado este tiempo sumamos los champignones en láminas.
Y las papas en cubos.
Dejamos cocinar hasta que la papa esté tierna, unos 10 minutos. A último momento podemos agregar un chorrito de crema de leche. Y, por último... ¡A comer!