Esta receta es una de esas que te haces el día que no tienes ganas de trabajar. Sólo tienes que pintar el pollo y meterlo en el horno. De esta forma puedes seguir tocándote la huevada en el sofá y levantarte sólo cuando haya que darle la vuelta. Por cierto, las dos M"s son para la Miel y la Mostaza
Es tan fácil, que no sé si debería hacer otra etiqueta aún más exagerada que la de COCINA DEL MÍNIMO ESFUERZO. Lo que pasa es que yo también soy un vago y no lo voy a hacer. Venga:
DIFICULTAD:
Para los que son más vagos que la chaqueta de un guardia. (Nunca entendí esta frase hecha)
INGREDIENTES:
Un cuarto de pollo, o un pollo entero, o alitas.... En general es la pieza de pollo que quieras usar, pero que tenga piel
Un chorrazo de miel
Un moco de mostaza. Cuanto mejor sea, mejor sabrá.
Sal, pimienta y aceite de oliva.PREPARACIÓN:
Lo primero que vamos a hacer es poner en un cuenco un par de cucharadas de mostaza y el chorrazo de miel. Remuévelo bien hasta que quede como una salsita con la que podamos pintar bien el pollo.
Ponle sal y pimienta al pollo y con ayuda de un pincel embadurnalo con la salsa. Si no tienes un pincel, siempre puedes usar un trozo de papel de cocina o tus manos si te las has limpiado bien antes. No le tengas miedo a meter el dedo en la cocina (siempre que no queme)
Y ahora ponlo con la piel hacia abajo en una bandeja de horno con un poco de aceite (insisto, un poco). Pon el horno a 180ºC, arriba y abajo. El tiempo dependerá de la pieza de pollo que uses. Yo lo hice con el contramuslo y lo dejé 15 minutos.
Pasado el tiempo, dale la vuelta y vuelve a pintar un poco más la piel. Déjalo 20 minutos más y en el último momento pon el horno a tope para que se dore lo máximo posible. Y listo.
Es bien fácil y está de caerse pa"trás. Lo puedes acompañar de una patatas panadera, una patata asada o una ensaladita ligera. Los azúcares propios de la miel, se caramelizan quedando casi casi crujientes; y la mostaza le da ese toque tan característico.
Y ponle mimo en el paso más importante. Dejar la piel churruscante es el colmo del triunfo en una buena receta. Y a cocinar, filibusteros, que el mundo se va a acabar.